Pintura hiperrealista de Gregory Thielker.
Lo
que más rabia me da es la chulería y falta de empatía. De tanta gente que actúa
como si se creyese más importante y con más derechos que el resto.
Donde
más habitualmente noto esa chulería es en la carretera. Por ejemplo, cuando
trato de incorporarme a una vía de dos carriles por sentido, y el que viene por
el carril derecho no me facilita la incorporación, pudiendo perfectamente
meterse en el otro carril.
1.-
Algo que suelen hacer muchos ciclistas en mi pueblo es, cuando llegan a una
fila de coches detenidos ante un semáforo, adelantarlos a todos, y luego ir los
primeros por el resto de la travesía, obligando a todos los coches a ir a su
velocidad, más lenta. Cuando me toca, procuro salirme por la próxima calle, aunque
tenga que dar un rodeo importante, porque no soporto la rabia de tener que
seguir a ciclistas por medio pueblo.
2.-
En cierta ocasión, yo estaba parado ante un semáforo rojo, con cuatro o cinco
coches detrás de mí. El último de esos coches arrancó, nos adelantó a todos por
el carril de sentido contrario (que estaba en verde para los que venían), y se quedó cruzado delante de mí, justo bajo el semáforo. Era un mercedes enorme,
conducido por una mujer de unos cuarenta - cincuenta años.
Scatterbrain (Jeff Beck, 1975)
3.-
Una vez, en el centro del pueblo, el conductor de un coche se detuvo en mitad del carril para hablar
con un amigo suyo, que se acercó y quedó tranquilamente de pie junto a la ventana del
conductor, sobre la raya continua del centro de la calle. Los coches que llegaban por detrás se veían obligados a parar y
esperar que no viniese nadie de cara para adelantarles. Uno de ellos le pitó, y
entonces el tío que estaba de pie se giró y le amenazó con palabras tipo ”A ver
si te meto, imbécil”. Lo presencié caminando desde la otra acera.
4.-
Hace diez años trabajaba en Onteniente y me ponía a las 7 de la mañana. La
curva de la autovía, al pasar junto a Albaida, estaba mal trazada. Se reducía repentinamente a
un carril, bordeado por conos verdes, en plena salida de la curva. Una madrugada
lluviosa, todavía completamente de noche, el coche que iba delante de mí paró
justo a la entrada del carril único, obligándome a parar tras él. El conductor,
moro, bajó y me preguntó por dónde se iba a Albaida. Por agilizar el proceso,
por puro miedo a que llegase alguien follado y se estrellase contra mí, no le
recriminé la acción. Directamente le informé de que se había pasado la salida
para Albaida. Entonces subió a su coche, retrocedió un poco, giró y se fue por
el carril de sentido contrario. Tuve suerte de que no viniese ningún otro coche
en esos minutos, porque la mala visibilidad de la curva, de noche y con lluvia,
podía haber provocado un accidente muy grave.
Es
el único caso, de los que comentaré aquí, cuyo móvil no me parece la chulería
personal, sino la costumbre exótica, el que ese hombre viera completamente normal
lo que estaba haciendo, porque, muy probablemente, en su país de procedencia se conduce así. Pero
es chulería inducida por la costumbre, por su sociedad. Me obliga a detenerme
en un lugar muy peligroso.
5.-
Otro día, hace dos o tres años, salí de casa con prisas, casi a las siete de la
tarde, con el tiempo bastante justo para llegar al trabajo. Debajo de casa hay
un supermercado, y justo en ese momento salía la mujer de un conocido, que se
juntaba a veces con nosotros durante nuestra adolescencia, allá por 1996. Se puso a contarme
que su marido estaba aburrido, que no quedaba con nadie, exigiéndome que le
llamáramos para quedar porque “sois sus amigos”. Hablándome con mala leche, como si le debiese
algo. Le dije que sí, como a los locos, para deshacerme de ella rápido, y corrí
hasta la cochera. Ya me había hecho perder varios minutos con sus
recriminaciones.
Al
llegar casi al semáforo del centro de mi pueblo, había un coche mal aparcado, en
medio del carril derecho, por donde debía seguir para ir recto. Para rebasarle,
me obligaba a pasar al carril central, destinado a los que giran a la
izquierda. En el momento en que le estoy rebasando, la mujer musulmana que lo
conduce va y arranca, lo cual me obliga a parar en el carril central mientras
ella avanza. Al estar en rojo nuestro semáforo y haber poco espacio para volver
a mi carril, me quedo cruzado entre los dos carriles, queriendo meterme tras el
coche de la mujer musulmana. Cuando el semáforo se pone verde para el carril
por donde quiero ir, arranco, y un motorista que viene a toda leche frena
bruscamente y se me pone a pitar y gritar, insultándome, como si fuese culpa
mía.
En
ese momento, estuve tentado de salir y liarme a hostias con él sin mediar
palabra. No lo hice porque no soy fuerte, y supongo que hubiera salido
perdiendo. Pero si llego a llevar un bate de béisbol, hubiese salido del coche
con él, y le hubiese pegado, sin decir nada, porque era imposible razonar. Era imposible explicar claramente, con
palabras, todo lo sucedido en esos segundos, y entre los tres (la mujer del
conocido, la conductora musulmana y el motorista) me habían hecho acumular
demasiada tensión y necesitaba explotar, de alguna manera. Y el tipo seguía
insultándome.
Yo creo que todos llegamos a comprender la explosión de William Foster (Michael Douglas) en "Un día de furia". La misma sensación que te ha pasado a ti en la última anécdota.
ResponderEliminarPues no he visto esa peli. Pero supongo que es algo parecido a lo que sucede en una de las historias de "Relatos salvajes" de Damián Szifron, la de la grúa municipal.
ResponderEliminarEstos días ha habido un montón de incendios intencionados en las costas alicantinas. Uno de los lugares que se han quemado es la Granadella, una de las mejores playas valencianas. Facebook está que echa humo. Todo el mundo queriendo linchar, o aplicar cadena perpetua con trabajos forzados de reforestación, a los responsables, tanto los que han realizado el trabajito sucio, como a los magnates que están detrás, y los políticos, cuyas leyes negligentes o malintencionadas propician todo esto.
¡Un abrazo!
De incendios me vas a hablar a mí!!! :((((
EliminarLa peli está bien, seguro que la encuentras en la red.
Creo que el ego se multiplica por mil cuando la gente conduce. Y encima muchas veces sin razón. Siempre me digo que no hay más accidentes porque, como dice el dicho, aunque no sea creyente, Dios no quiere...
ResponderEliminarEs casi imposible en determinadas ocasiones mantener la calma mientras conduces, porque ves barbaridades a cada segundo y te liarías a bofetadas en cada esquina o semáforo.
Yo era de las que me peleaba...hasta que un día vi como dos tipos (en Gerona...ciudad pequeña y retranquila) se peleaban por un parking, uno se iba al maletero del auto y sacaba un arma...me flipé...aún ahora pienso que lo he soñado. No sé quien tenía la razón pero el que había aparcado le cedió el sitio sin pensarlo.
La gente está fatal. Aunque mi lado "zen" recrimine la acción, muchas veces pienso que estaría muyyy bien llevar una pistola en la guantera, ni que fuera de juguete...a más de uno le pondría el "ego" por corbata y eso me encantaría, te lo juro.
Un abrazo!!
Sí, al final tanta violencia que ves en tu entorno te acaba engendrando violencia, imaginas y deseas la posibilidad de dar una respuesta contundente a esa chulería. Lo malo es que tomarse la justicia por la propia mano solo suele salir bien en la ficción.
ResponderEliminarComo consuelo, nos queda pensar que, en algún momento, ese tipo se encarará con otro peor que él, porque "siempre hay alguien más valiente que tú", y eso no tiene nada que ver con el karma, sino con las probabilidades. Si tratas mal a 100 personas, alguna irá armada y será violenta, o habrá tenido un mal día y serás la gota que colme su vaso.
Lou, acabo de ver "Un día de furia". Me ha encantado. ¡Gracias por la recomendación!
Me alegro :D
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