lunes, 23 de diciembre de 2013

La noche

Los bosquimanos ¡Kung del desierto de Kalahari, en Botswana, tienen una explicación para la Vía Láctea, que en su latitud está a menudo encima de la cabeza. Le llaman “el espinazo de la noche”, como si el cielo fuera un gran animal dentro del cual vivimos nosotros. Su explicación hace que la Vía Láctea sea útil y al mismo tiempo comprensible. Los ¡Kung creen que la Vía Láctea sostiene la noche; que a no ser por la Vía Láctea, trozos de oscuridad caerían, rompiéndose, a nuestros pies. Es una idea elegante.
  (Carl Sagan –Cosmos, 1980)

El Camino de Santiago sería un intento de cristianizar una antigua y sagrada ruta de peregrinación que recorrían para presenciar la tumba del Sol y el mundo de los muertos emplazado frente a las costas de Finisterra, el Finis Terrae de los romanos. En los primeros siglos de nuestra era, los caminantes se dirigían hasta allí para ver de cerca la muerte –la del Sol, que allí se hunde en las aguas del Atlántico-, y salir fortalecidos de esta experiencia simbólica. El hecho de que la Vía Láctea apunte hacia el oeste, reforzaba las antiguas supersticiones que invitaban a caminar en esa dirección. Por ello, uno de los nombres más comunes para referirse al Camino es la Vía Láctea.
  (Los caminos del norte a Santiago, 2010)

Los vikingos creían que se dirigía al Valhalla, donde van las almas al morir, Los celtas aseguraban que llevaba al castillo de la reina de las hadas, mitos chinos y japoneses se refieren a ella como un río de plata, para los griegos era un reguero de leche derramada del pecho de Hera...
  (Wikipedia)

Demócrito (460-370 a.C.) sugirió acertadamente que tan solo se trataba de un conglomerado de muchísimas estrellas como el Sol. Como es normal, no le creyó ni Cristo. Los mitos suenan más hermosos que la física.
Es una guerra perdida. Eternamente lo será.


Quizá mi condición de dibujante frustrado por inconstancia infantil determina que siempre me haya gustado caminar o conducir de noche, especialmente dentro de los pueblos y ciudades. El paisaje silencioso, solitario y lleno de luces y sombras, semeja un cuadro al cual se añade la dimensión del movimiento, la opción de ingresar en él y cambiarle a tu gusto los puntos de fuga, redefinir con cada milímetro que avanzas las líneas que conforman la perspectiva. La ciudad está compuesta por incontables paisajes de cuadro, uno distinto por cada minúsculo movimiento que efectúes.

La gente se recoge en los interiores de miles de viviendas que me rodean y me permite el uso casi exclusivo de los grandes espacios abiertos, confiriéndome una sensación que se acerca a la de intimidad (intimidad al aire libre, un lujo). Me recuerda los infantiles sueños de viajes interestelares. Los parpadeantes semáforos son estrellas. Las misteriosas viviendas son planetas habitados, cada uno con sus alegrías o problemas, cada uno un pequeño centro del universo, un insignificante objetivo prioritario de la creación.

Me maravilla la sensación de que existen tantas historias inaccesibles ahí, al otro lado de cada muro, cada ventana.
En cada época pretérita.
En cada planeta habitado.
¿Insondables del todo? Los rasgos de personalidad se van copiando y repitiendo de unos individuos a otros, incluso sin que se conozcan entre sí. La diversidad no es ilimitada. Si han existido, como se calcula, cerca de 115.000 millones de personas en la historia del mundo... ¿Se habrán dado casos de personalidades calcadas por completo?

Durante la adolescencia, cuando subíamos a la montaña para pasar la noche en el refugi de Agres y visitar el pico del Moncabrer, yo solía abandonar el refugio a la hora de la puesta de sol. Allá abajo divisaba una inmensa extensión de bancales atravesados por pueblos, carreteras, caminos y cadenas montañosas menos altas, una detrás de otra, hasta donde se perdía la vista. A punto de ocultarse el sol, una especie de arco iris inmenso y horizontal, acostado, ceñía todo el ecuador de la bóveda celeste, rodeándome, y yo deducía que miles de personas desde hace milenios lo habrían observado fascinados como yo y se habrían sentido inducidos en momentos así a preguntarse por el sentido de la existencia y el de sus propias vidas individuales. Mi fantasía era que los distintos vientos, poniente, tramontana, xaloc, gregal, etc…, que tanto han trajinado por el mundo, pudiesen contarme las historias de toda esa gente antigua que han conocido. Sus tribulaciones y alegrías. Sus momentos de mayor intimidad, sus temores, sus proyectos, y el resultado, los destinos finales de todo ello.


Hace entre diez y quince años mis amigos y yo solíamos frecuentar un pub rockero de Alcoy que se llamaba Hobby. Cuando notaba que me había pasado con la bebida, y me reconocía abocado a pasar un día entero de cama, vómitos, y mareo, ya fuera en mitad de la noche o rayando el alba, empezaba a caminar en dirección a casa, unas dos-tres horas de aceras, arcenes y caminos, atravesando casi todo Alcoy, siguiendo por el bucólico trazado de lo que antaño había sido la vía del tren hasta Cocentaina, y de ahí otro tramo de antigua vía, entre bancales, hasta Muro. Unos trece o catorce kilómetros. Al llegar había quemado con creces todo el alcohol sobrante.

Había realizado un cálculo para entender, a escala humana, algunas distancias fundamentales:
Si el Sol midiese medio milímetro, la Tierra se hallaría situada a cinco centímetros de él.
El último planeta de nuestro sistema solar, Neptuno, lo orbitaría a metro y medio.
La estrella más próxima, Alfa Centauro, se encontraría a 13 kilómetros.
Nuestra galaxia, la Vía Láctea, mediría del uno al otro extremo tres millones de km.
La galaxia de Andrómeda, M31, una de las más cercanas, estaría situada a 75 millones de km.
Todo esto si el Sol midiese solo medio milímetro.

Podía imaginar la magnitud de un viaje interestelar. Yo partía de una minúscula Alfa Centauro al salir del Hobby y, transcurridas mis dos o tres horas de caminata, visitaba conjuntamente todo el Sistema Solar en el momento justo de acostarme, ya libre de toxinas, fresquísimo. Todo lo demás, todo el trayecto, había sido el espacio interestelar, prácticamente puro vacío.

Probad a recorrer 13 km entre dos estrellas de medio milímetro y entenderéis que me cueste creer en ovnis, pese a estar convencido de la existencia, en nuestra misma galaxia, de millones de planetas habitados.

El invento humano más alejado de la Tierra es la nave Voyager 1, lanzada en 1977 para investigar los planetas y satélites del sistema solar exterior. Su velocidad actual es de 17 km por segundo. No se ralentiza debido a la ausencia de fricción en el vacío. Se encuentra ahora poco más de cuatro veces más lejos que Neptuno.

Si su trayectoria la llevase (que no es el caso) hacia el sistema solar más próximo, Alfa Centauro, tardaría a esa velocidad 79.295 años en llegar.

El camino solitario entre campos de olivos, a veces bordeado de cañas, evocaba épocas más rústicas. Cuando la noche era peligro y frío. Cuando el fuego de una hoguera se hacía indispensable para ahuyentar a los depredadores.

La temperatura media en Plutón, a 5.900 millones de km del Sol, es de -215º C. Así que no me quiero imaginar el frío que debe hacer en el espacio fuera de las galaxias.

Pienso: Cincuenta mil dioses con cincuenta mil nombres y atributos distintos han sido temidos sobre estos mismos caminos y campos. Quizá no exagero con esa cifra. Cincuenta mil dioses con distintas leyes, distintos ritos, distintos dogmas y distintas definiciones del bien y el mal.
Y distintos pronósticos sobre el destino de la vida y el universo.

El árbol Yggdrasill, situado en el “centro”, simboliza y al mismo tiempo constituye el universo. Su cima toca al cielo y sus ramas abarcan el mundo. Una de sus raíces se hunde en el país de los muertos (Hel), la otra llega al país de los gigantes y la tercera al mundo de los hombres. Desde que brotó, es decir, desde que el mundo fue ordenado por los dioses, Yggdrasill estuvo amenazado de ruina, pues un águila comenzó a devorar su follaje, su tronco empezó a pudrirse y la serpiente Niddhog se puso a roerle las raíces. Un día no muy lejano Yggdrasill caerá, y entonces sobrevendrá el fin del mundo.
  (Mircea Eliade –Historia de las creencias y las ideas religiosas, tomo II, capítulo 173. Yggdrasill y la cosmogonía de los antiguos germanos, 1978)

Me resultan hermosas algunas de las ideas religiosas caducas y por ello inocuas, o vigentes en otras partes del mundo pero que a nosotros no nos afectan en el desarrollo de nuestras vidas. No se les puede negar su condición de cuentos preciosos:

Toda cultura humana se alegra de la existencia de ciclos en la naturaleza. Se pensó entonces que estos ciclos no podían existir si la voluntad de los dioses no lo hubiese querido así. Y si hay ciclos en los años del hombre, ¿no podría haber también ciclos en las eras de los dioses? La religión hindú es la única de las grandes fes del mundo que inculca la idea de que el mismo Cosmos está sujeto a un número de muertes y de renacimientos inmenso, de hecho infinito. Es la única religión en la que las escalas temporales corresponden, sin duda por casualidad, a las de la cosmología científica moderna. Sus ciclos van de nuestro día y noche corrientes hasta un día y una noche de Brahma, que dura 8.640 millones de años, más tiempo que la edad de la Tierra o del Sol y una mitad aproximadamente del tiempo transcurrido desde el big bang. Y hay todavía escalas de tiempo más largas.

Hay en esta religión el concepto profundo y atrayente de que el universo no es más que el sueño de un dios que después de cien años de Brahma se disuelve en un sueño sin sueños. El universo se disuelve con él hasta que después de otro siglo de Brahma, se remueve, se recompone y empieza de nuevo a soñar el gran sueño cósmico. Mientras tanto, y en otras partes, hay un número infinito de otros universos, cada uno con su propio dios soñando el sueño cósmico. Estas grandes ideas están atemperadas por otra quizás más grande todavía. Se dice que quizás los hombres no son los sueños de los dioses, sino que los dioses son los sueños de los hombres.
  (Carl Sagan –Cosmos, 1980)



Siempre habrá quien elabore mensajes tipo éste o parecidos (Aunque parezca imposible creer en cazurradas así, es un copiapega, no me lo invento, y conozco a alguien que lo colgó en Facebook, totalmente en serio):

Los eclipses son siempre rasgaduras que rompen de alguna manera el tejido espacio-tiempo (la mente) y que permiten la entrada de nuevas energías a la Tierra. Y este importantísimo portal de eclipses de noviembre es la preparación cósmica para el gran portal de irradiación Crística dorada que será el 12-12-12 (12 de diciembre del 2012). En el 12-12-12 la Tierra es impregnada por una gran irradiación Crística proveniente de la energía del Sol central de la galaxia. La Tierra deja de estar aislada y esa energía del Espíritu, Dios Padre-Madre, lo femenino en perfecto equilibrio con lo masculino, sustentando la energía de la Unidad, del Amor Incondicional, inunda la Tierra, rompiendo definitivamente el velo de separación que la ha mantenido durante milenios como un planeta de exilio y de oscuridad.

Nos creemos especiales y seguimos imaginando dioses que se preocupan por nosotros. Las religiones se reinventan prometiendo la llegada de “la conciencia de la quinta dimensión” o cualquier energía espiritual que viene para salvar a la humanidad.

Me entristece la falta de empatía que ello supone, para con los miles de millones de personas (sin contar las demás especies de seres vivos) que nos han precedido sufriendo la crueldad del mundo, pasando guerras, torturas, hambre, humillaciones, desamores… Parecería que toda esa gente fue menos importante que quienes ocupamos el mundo en la actualidad. Como si sólo nosotros hubiéramos sido merecedores de que las injusticias del mundo terminen durante nuestra vida.

El mundo definitivamente no se destruye. No hay ninguna "apocalipsis" del final del mundo. Pero lo que si hay es un mundo nuevo que todos sin excepción, y con independencia de creencias, nivel de comprensión y estado de conciencia, podemos y podremos notar. Simplemente con que echemos la vista atrás, hacia unos cuantos pocos años atrás, podremos ver un mundo completamente diferente y que a partir de ahora se moverá en una velocísima espiral de cambio y de renovación.

Podremos hablar de que la Tierra entra en la 4ª dimensión y en la conciencia de la 5ª dimensión, aunque las palabras y los conceptos tampoco tienen ninguna importancia. Qué importancia iban a tener cuando son simplemente símbolos para poder comunicarnos desde la limitada mente humana de esta dimensión. Pero sí es cierto que es otra dimensión. Es otra dimensión de la realidad, otra dimensión de la materia y de la mente.

La única renovación que veo en todo esto es la del discurso religioso, siempre en busca de nuevas brechas por donde penetrar en las mentes incautas. En tiempo de decadencia del Imperio Romano triunfó el cristianismo, pero si no se hubiese impuesto, es casi seguro que hoy el mundo sería mayoritariamente mitraísta. Era la otra secta de enorme popularidad en aquellos tiempos. La humanidad siempre vivirá en un tira y afloja con alguna institución mística dominante.

El optimismo y el pesimismo, como filosofías cósmicas, muestran el mismo humanismo ingenuo; el ancho mundo, tal como lo conocemos por la filosofía de la naturaleza, no es ni bueno ni malo, ni se preocupa por hacernos felices o desgraciados. Todas estas filosofías tienen su origen en el egocentrismo, y un poco de astronomía es la mejor manera de corregirlas.
  (Bertrand Russell – Por qué no soy cristiano, 1956)

Me engancha la visión de esos conglomerados de variopintos grados de oscuridad que, sobre los relieves del asfalto y las alineadas aceras, forman sombras pertenecientes a objetos opuestos a distintas fuentes de luz. Cada esquina que giro me descubre un nuevo mundo lleno de vida invisible con intimidades insondables y percepciones inimaginables. Algún que otro insecto vagabundo, para el cual posiblemente el universo no sea más grande que esta calle y yo sea un dios temible, hace su propio camino ignorando la itinerante reverberación de las distintas luces intermitentes y contínuas que me acompaña, acompasada al ritmo de mis pasos, surfeando sobre casi todo tipo de superfícies: las de los bancos de madera empapados de lluvia, con brazos de acero, las persianas metálicas, las papeleras y contenedores, los vehículos aparcados, las baldosas que piso…

Carl Sagan, en plan juguetón, conjetura una jerarquía infinita de universos, de modo que si penetramos en una partícula elemental, por ejemplo un electrón de nuestro universo, se nos revelaría como un universo enteramente cerrado. Dentro de él, organizadas como el equivalente local de galaxias y estructuras más pequeñas, hay un número inmenso de otras partículas elementales mucho más diminutas, que a su vez son universos en el nivel siguiente, y así indefinidamente: una regresión infinita hacia abajo, sin fin. Y lo mismo hacia arriba. Nuestro universo familiar de galaxias y estrellas, planetas y personas, sería una única partícula elemental en el siguiente universo superior, el primer paso de otra regresión infinita.

Esta es la única idea religiosa que conozco que supera a la del número sin fin de universo cíclico infinitamente viejo de la cosmología hindú. ¿Qué aspecto tendrían estos otros universos? ¿Estarían construidos sobre leyes físicas distintas? ¿Tendrían estrellas y galaxias y mundos, o algo muy distinto?”


 Ojalá todos los cuentos fuesen tan inofensivos como este.



ALGUNOS DATOS REALES

Año luz: 9.460.730.472.580,8 km

Diámetro del Sol: 1’4 millones de km
Sol - Tierra: 150 millones de km
Sol – Neptuno: 4.498 millones de km
Sol - Alfa Centauro: 4’37 Años luz (41.343.392.000.000 km)
Diámetro de la Vía láctea: 100.000 años luz (9.460.730.472.580.800.000 km)

Así que:

La distancia entre el Sol y la Tierra es 107 veces el diámetro del Sol.

La distancia entre el Sol y Neptuno es 30 veces la distancia de la Tierra al Sol.

La distancia del Sol a Alfa Centauro es  275.622,6 veces la distancia de la Tierra al Sol.

El diámetro de la Vía Láctea es 63.071.536.484 veces la distancia entre la Tierra y el Sol.

La distancia entre la Vía Láctea y Andrómeda es de 25 veces el diámetro de la Vía Láctea.


La mujer del alquimista (Tursun Gül - banda alcoyana):

¿Cuántos satélites necesitas para espiar por mi ventana?
Clases de química se transforman en noches de ácido y locura.



In the days of the caveman (Crash Test Dummies -1993): 




When you go on camping trips you’re stuck right out in nature
Foraging the forests like a primate
Using sharpened tools instead of hotplates

Your thumb and forefinger supposed to show you’re not a wild beast
You can hear their noises at night time
They don’t have to keep a certain bedtime

See in the shapes of my body
Leftover parts from the apes and the monkeys

Sometimes when I lie awake I hear the rainfall on my tent fly
I think of all the insects that are sleeping
And wonder if the animals are dreaming

In the days of the caveman and mammoths and glaciers
Bugs and trees were your food then; no pyjamas and doctors

And when I finally get to sleep, I dream in technicolor
I see creatures come back from the Ice Age
Alive and being fed inside a zoo cage



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