jueves, 1 de septiembre de 2016

Casualidades ¿con o sin sentido?



Una noche de 1996, en una calle atiborrada de gente, en fiestas de un pueblo cercano, algunos de mi pueblo llevaban sombreros y bastones de viejo, que habían comprado en la feria. Haciendo el tonto, uno de ellos lanzó el bastón al aire, hacia atrás, al azar, como si de un ramo de boda se tratase. Pero ese bastón duele si te da en la cabeza, y la chica que recibió el golpe fue informada, por alguna amiga, de quién lo había lanzado. Lógicamente encolerizada, fue a recriminar la acción y exigir explicaciones o disculpas al energúmeno, y así se conoció una pareja que todavía dura felizmente. Se conocieron discutiendo, directamente. Me lo contó un amigo común, años más tarde. Yo estaba en esa calle y recuerdo haberles visto con aquella parafernalia, aunque no me percaté del suceso.

Otra noche, por fiestas de mi pueblo, en 2001, presentamos a dos colegas, un chico de Cocentaina y una chica de Onteniente.
Él había decidido que, esa noche, iba a mentir en todo. Una de esas tonterías ocasionales que tenemos los adolescentes. Así que, cuando ella le preguntó de dónde era, respondió con el nombre de la primera localidad que le vino a la mente: Onteniente.
-¡Yo también! ¿Y en qué calle vives?
La primera en la frente. Bueno, quizá no era tan grave. Onteniente tendrá 40.000 habitantes. No es un pueblecillo. Respondió con el nombre de una calle que conocía, con la mala suerte de que ella vivía también en esa calle, y reaccionó con cierta incredulidad, comentando lo extraño que era no haberse visto nunca por allí. Cuando fue preguntado sobre el número de la casa donde vivía, ya sabía que, dijese lo que dijese, iba a hacer diana, y resultaría muy embarazoso de explicar. En esa ocasión, la casualidad no resultó celestina.

Uno piensa en hechos casuales que han supuesto enormes avances para la humanidad. Mutaciones como la del pulgar oponible, o que América se encontrase en mitad del camino de Colón hacia las Indias. Otras casualidades dieron pie al descubrimiento de la penicilina y la invención de la fotografía. Pero también muchas otras mutaciones y sucesos casuales no han tenido ningún efecto, ninguna utilidad práctica, y al no tener repercusiones destacables, son olvidadas.

Otro de mis amigos salió del pueblo para ir al piso de su novia, en una ciudad próxima, de 60.000 habitantes, en un trayecto de unos quince kilómetros. Nada más arrancar, se empezó a picar con la conductora de otro coche. No se conocían de nada, ninguno de los dos sabía a dónde se dirigía el otro. Se adelantaron sucesivamente en distintas ocasiones hasta llegar a la calle en donde él esperaba aparcar. Pero ella llegó primero, y cogió la única plaza de aparcamiento libre en toda la calle.

Es una de esas casualidades que no te aportan beneficio alguno ni te revelan ninguna enseñanza moral, ninguna lección trascendente. Simplemente suceden porque sí, sin objeto. O, ¿Qué trataba de indicarle a mi amigo la divinidad de turno? Parece un hecho dirigido por alguna entidad sobrenatural, pero no parece tener sentido más allá de la simple anécdota curiosa.

"Unicamente sabía, mientras el coche rodaba en la fría noche de agosto, que en alguna parte Sófocles, Freud y Eugene O'Neill se estaban partiendo de risa." (Woody Allen - Justo castigo)

2 comentarios:

  1. Yo he pensado muchísimas veces en el tema de las casualidades, tengo una frase en el blog que dice; que nada sucede por casualidad...La vida es un círculo extraño.
    Si me hubieran dicho hace cinco años que yo estaría en la otra parte del mundo me hubiera partido de risa, no sé si las casualidades, la manera en que diriges tu vida, tropiezos y demás te llevan a situaciones o a lugares donde a veces te preguntas ¿fue una simple y pura casualidad? Las personas tenemos una tendencia obsesiva a buscar tres pies al gato...
    yo la primera...grrrrr
    un abrazo!

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  2. Yo no lo sé, pasan cosas muy raras. La frase de que "el mundo es un pañuelo" se me quedó grabada después de que un amigo, estando en Holanda, conociese a una chica extranjera que resultó haber estudiado con un amigo de infancia nuestro a quien hacía años que no veíamos. Pero quiero pensar que es simplemente algo natural, de alguna manera.
    ¡Otro abrazo!

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