Esta
semana vi un clásico brutal: 12 hombres
sin piedad (Sidney Lumet, 1957), tercera clasificada en el top histórico de
Filmaffinity tras El padrino I y II.
En ella se
nos muestra la reunión en la cual los miembros de un jurado deben decidir por
unanimidad si el acusado de parricidio es inocente o culpable, lo cual le
enviaría a la silla eléctrica. Tras el juicio, tan solo uno de ellos tiene
dudas sobre la culpabilidad del chico. Algunos únicamente desean terminar lo más
pronto posible para poder regresar a sus propios asuntos. La peli entera es una
intensa discusión, sin salir de una misma habitación, como en La soga (1948) de Hitchcock, pero mejor
todavía, ya que en La soga se juega
con tres o cuatro personajes principales (hace mucho tiempo que la vi) y en 12 hombres sin piedad se maneja 12
protagonistas perfectamente caracterizados.
Lo de no
salir de una misma habitación en toda la peli nos podría remitir también a El ángel exterminador (1962) de Buñuel.
Pero en este caso se trata de una obra más fantástica, muy al estilo de los
cuentos de Julio Cortázar.
Anoche la
comentaba con el más cinéfilo de mis amigos. Le dije que el guión me parecía
prácticamente tan impresionante como el de Her
(Spike Jonze, 2013). Raúl respondió que más todavía. “12 hombres ha superado la prueba del tiempo. Trata problemas que 57
años después siguen existiendo y mantiene vigente su prestigio. Hay que ver si Her se mantiene tan alta dentro de
medio siglo. Aborda una realidad muy de ahora, vinculada a la manera como usamos
hoy una tecnología que no deja de cambiar.”
Ese punto
de vista no me acaba de convencer. A largo plazo, dentro de 500 años, las
realidades retratadas en ambas pelis pueden ser igual de arcaicas. Hace décadas
se pensaba en futuros conflictos entre hombres y máquinas inteligentes. Hoy en
día se piensa más en que las máquinas seremos nosotros, que cada vez nos
incorporamos más implantes. Ahora son brazos biónicos para gente amputada,
dosificadores de insulina para diabéticos, marcapasos… Quizá en unos años nos
implantemos discos duros en el cerebro para aumentar nuestra memoria, o
cualquier cosa. Quizá, tal como seamos cada vez más híbridos, hombres-máquina
con mejores cerebros, nuestra manera de gestionar los sentimientos sea menos
subjetiva y emotiva, menos visceral y más razonada, y las situaciones que
retrata todo el arte actual queden desfasadas.
Home (Edward Sharpe & The Magnetic Zeros, 2009):
All that we perceive (Thievery Corporation, 2002):
Everything that's real and
everything unrealized
All infinity starts falling from your eyes
We are fluid dreams, vivid memories
All uncertainty leads to eternity
All infinity starts falling from your eyes
We are fluid dreams, vivid memories
All uncertainty leads to eternity
All that we perceive in every
mystery
Who are we? What we see? Oh, I can't comprehend
Who are we? What we see? Whoa, I can't comprehend
Who are we? What we see? Oh, I can't comprehend
Who are we? What we see? Whoa, I can't comprehend
Illuminating love falls from the
skies
To water the illusions in our eyes
All that we desire is all we fear
All our aspirations grow unclear
To water the illusions in our eyes
All that we desire is all we fear
All our aspirations grow unclear
We feel endlessly, beyond all gravity
Who are we? What we see? Oh, I can't comprehend
Who are we? What we see? Oh, I can't comprehend
Who are we? What we see? Whoa, I can't
comprehend
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