Quisiera
rendir homenaje al mejor sucesor que conozco del Cosmos de Carl Sagan, el blog La
pizarra de Yuri, y al magnífico post que me lo dio a conocer: El pasado era una mierda.
El
mundo va claramente a mejor, a pesar de tantas malas cosas. Siempre ha existido
una mayor proporción de gente en condiciones de miseria y explotación, y siempre
han sido peores las condiciones higiénicas y de sanidad. Espero que se
reaccione a tiempo contra el cambio climático.
Hoy
en día, un peón de fábrica vive rodeado de mayores placeres que los antiguos
faraones, emperadores, reyes o sultanes, con la probable excepción del ámbito sexual. No poseemos un harén, pero disponemos de dentistas y penicilina, lugares donde practicar deportes que no ponen en riesgo
nuestra integridad física, y posibilidad de viajar de vez en cuando a algún
lugar remoto y espectacular, sin grandes peligros. Disfrutamos de avances
tecnológicos y sociales que nos permiten comer fruta recogida a miles de kilómetros, operarnos de casi cualquier enfermedad seria, bucear,
escuchar músicas variadísimas, ver películas, hacernos fotos y mostrarlas a
gente que se encuentra al otro lado del mundo, leer novelas emocionantes, hacer
yoga, saber qué son las estrellas y qué hay en el fondo de los océanos, o ir a
un gimnasio. La violencia ya no se considera normal. Exploramos sin miedo
calles, montañas, playas y bosques de otros países. Y, si algo nos ocurriera, casi
siempre habrá un hospital o un centro de salud cerca.
En
los países “del primer mundo”, prácticamente nadie pasa hambre ni frío. Nuestras
infelicidades se basan, generalmente, en dos cosas: 1.- La falta de sexo-amor,
y 2.- La falta de dinero, tiempo o ambas para viajar o dedicar más horas a otras actividades de ocio. Algunos lo pasamos mal por la alternancia de meses en paro
(sin dinero para salir adelante desahogadamente) y meses de excesivas horas de
trabajo. En mi caso, en marzo pasado estaba algo agobiado haciendo 12 horas, 6
noches por semana, y ahora, en noviembre – diciembre estoy parado.
Hay
gente que lo tiene todo, algunos por herencia y la mayoría por mérito personal,
y algunos de ellos acaban insatisfechos por no saber pararse a respirar y valorar
los “pequeños placeres diarios”.
A
veces, descubrimos algo, por ejemplo un tipo de comida que no habíamos probado,
y nos encanta, y durante un tiempo nos obsesionamos con ello. Hace 5 o 6 años,
entré por primera vez en un restaurante japonés. Desde entonces, habré estado
en menos de 15 ocasiones, porque los más cercanos se encuentran a una hora de donde vivo,
y cada vez que he ido con amigos, nos hemos atiborrado de tal manera que apenas
podíamos movernos durante las horas siguientes.
"El amor nos destrozará, otra vez más" - Joy Division (1980).
Pienso
que ese tipo de desmesura se da, muy generalmente, en la perspectiva que se
tiene sobre el sexo y el amor.
Alguna
vez he comentado con otros tíos que, si pudiésemos elegir siempre con qué chica
follar, habría alrededor de cien días al año que no follaríamos. Preferiríamos
dedicar nuestras energías a otras actividades. Senderismo, jugar a fútbol o a
tenis, hacer surf… Incluso en muchas ocasiones preferiríamos simplemente
masturbarnos. Si lo tienes tan fácil, no te obsesionas. No estás siempre
pensando en ello.
Discuto
sobre esto. Hay quien piensa que follaría todos los días del año. Yo, en
cambio, lo veo exactamente igual de importante en mi vida que jugar a fútbol
sala, pero no más. Posiblemente incluso menos. La diferencia es que a esto he
podido jugar varias veces por semana, casi cada semana, durante 28 años. Estoy infinitamente
más saciado en ese aspecto. No he tenido que padecer largos periodos de
abstinencia.
Quizá
yo sea demasiado poco fogoso. A los 17 años anoté cada vez que eyaculaba, para
sacar la suma de todo un año. Hay días que te corres tres o cuatro veces, pero
aun así, el número resultante fue (no lo recuerdo bien) 278 o 248. Me
sorprendió por lo bajo. Por otro lado, creo que el tiempo máximo que he pasado
sin correrme han sido 12 días, en época de depresión anímica, y unos 10 días
durante algún viaje.
She's only sleeping - Vinnie Moore (Live!, 2000).
Enamorarme, con casi 25 años, fue una experiencia muy dolorosa, y llena de contradicciones. En el fondo,
notaba que era un capricho exagerado. Estuve lloroso durante un par de años, y
me duró esa tristeza unos cuatro años, pero entre toda esa angustia también
percibía la falta de sentido de todo ese estado mental. Racionalmente, sabía
que esa chica no era tan especial, que había muchas otras capaces de atraerme
mucho más, que simplemente me había acercado demasiado, que el amor se genera por
cercanía en épocas de debilidad, que había cometido el error de fijarme
demasiado en el conjunto de rasgos y cualidades positivas de esa amiga, que
pasarían años antes de que pudiese apagar esa llama, aun descubriendo también,
gradualmente, aspectos de ella que no me gustaban.
Es
como frenar una nave espacial que trate de llegar en 50 años a Alfa Centauro,
una vez alcanzada su máxima velocidad, que ha de ser brutal. Puede tenerse que
dedicar la mitad del trayecto al proceso de desaceleración gradual, porque no
hay fuerza de rozamiento en el espacio que te frene. ¿Cómo desaceleras una nave que va a 25.000 km. por segundo? El amor va igual. Puede que, a mitad
del camino, adviertas que tomaste una dirección errónea, pero ya hay un montón
de sentimientos que van a mil, y lleva un tiempo larguísimo ir frenando. Aun
sabiendo que no existe la media naranja, o que hay cien millones de medias
naranjas ahí fuera, distintas entre sí, con diversos estilos, pero todas
igualmente idóneas para ti.
Sobradamente alcanzamos a saciar todas nuestras necesidades más básicas y gran parte de nuestros caprichos.
El sexo y el amor nos resultan imposibles de controlar, en una época en que
todo lo demás está bajo nuestro dominio. Por eso exageramos su importancia.
¿Son necesidades básicas? Sí. ¿Tanto como el comer, la higiene o el refugio?
No. Son necesidades básicas de segundo orden. Como poder practicar tus otros
deportes preferidos.
Writing to reach you - Travis (The invisible band, 2001).
Sarah - Thin Lizzy (Black rose. A rock legend, 1979). La guitarra de Gary Moore combinada con la voz de Phil Lynott dejó unas cuantas joyas, como Parisienne walkways, Black rose, Waiting for an alibi, Spanish guitar y Sarah.
Decidimos
ir directo a Split desde Hvar, embarcando en Stari Grad. Me parece que el ferry
salía a las 11:00. Creo que llegamos al puerto hacia las 10 y media, y nos
enteramos de que la cola para embarcar ese día era “algo nunca visto”. Pero también
nos advirtieron que sería peor ir a la otra parte de la isla, Sucuraj, porque
la situación allí era igual o peor. Así que cambié moneda en el casino para
comprar el ticket del ferry y esperamos parados en la carretera, a ver si
cabíamos en el de las 14:00. No pudo ser, pero ya pudimos dejar el coche
haciendo cola dentro del recinto del puerto e irnos a comer al pueblo, del cual
nos separaba un bonito paseo de 1 km junto al mar, donde me hubiera gustado
incluso disponer de más tiempo para darme un chapuzón. Nuestro ferry sería el
de las 17:00.
El camino entre Stari Grad y el puerto.
Creo
que el trayecto del ferry fueron unas 2 horas y media, aunque ya no lo recuerdo
exactamente. Saliendo de Hvar, durante un rato tuvimos la isla a ambos lados, y
el paisaje era espectacular.
Por
internet, encontramos sitio en el Hostel Adria, en Bajnice. Estaba a 12 km al
sureste de Split, pero tenía muy buena pinta, encarado al mar.
Split. Dentro del palacio de Diocleciano.
Al
desembarcar en Split, fuimos directos al albergue, luego a comprar algo en el
supermercado para cenar, y finalmente a ver, de noche, la zona del palacio de
Diocleciano, emperador romano de origen dálmata, que lo hizo construir para
retirarse allí tras abdicar, a partir del año 305.
Había
fiesta cerca, un escenario en una plaza fuera del palacio y, al terminar, hacia
las 2 de la madrugada, nos encaminamos hacia los pubs de la playa, donde
estuvimos hasta casi las 4.
SÁBADO
20
Hostel Adria.
Por
la mañana quise ir hasta la playa de Brela, que nos quedaba unos 20 km al sur,
pero no conseguimos llegar debido a un atasco, así que regresamos para comer y
bañarnos en el albergue, y fue magnífico (a las fotos me remito). Web del hostel
El albergue
está dividido en dos casas, una a cada lado de la carretera. Dormíamos en la
que daba a la falda de la montaña, pero la zona social, donde cocinar y comer,
estaba en la otra. La terraza daba al embarcadero. Un lugar espectacular.
Estuvimos charlando con gente de Canadá, Dinamarca, Australia, Holanda e
Inglaterra, y hacia las tres de la tarde decidimos irnos a Split.
Pasamos
la tarde viendo el palacio de Diocleciano. Hay un mercado subterráneo en el
sótano, catacumbas o como se llame ese espacio, muy bonito.
En día y medio no
supimos encontrar tiempo para visitar la galería del escultor Iván Mestrovic,
que valdría la pena, seguro. También llegamos demasiado tarde para entrar a la
catedral y subir a la torre del campanario. Tenía la sensación de que se me
iban quedando cosas importantes por hacer, aunque no parábamos, y no iba a dar
tiempo a recorrer, ni mucho menos, toda la costa del país.
Tras
cenar y dar algunas vueltas más por el enorme palacio, salimos a la plaza
cercana donde volvía a haber fiesta. La noche anterior sonaba música
electrónica y ahora ritmos latinos. Salsa y cosas así. Coincidimos por allí con
la gente que habíamos conocido en el albergue, un grupo de unos 15, compramos
bebidas, y pasamos las siguientes horas allí hasta que terminó la fiesta, hacia
las 2. Entonces cogimos el autobús para regresar al albergue, aunque nadie
recordaba el nombre de Bajnice, para decirle al conductor a dónde íbamos. Al
llegar, me quedé media hora charlando a la entrada del albergue con uno de los
canadienses, mientras algunos iban a darse un baño al mar, que a esas horas
debía estar bastante fresco. Pero siempre es bonito nadar algo borracho de noche.
Sayag jazz Machine - Ali goes on! (Anachromic, 2004)
DOMINGO
21
Trogir.
Me
supo a poco tiempo el disponible en Split. Hubiera venido bien permanecer allí un
día más, pero aún quedaba mucho por recorrer. Tocaba cambiar de lugar. Comimos
en Trogir, otro hermoso pueblo de mármol blanco.
Trogir.
Luego paramos a bañarnos en la
playa del camping de Primosten, demasiado familiar para mi gusto. Realizamos
una visita rápida a Sibenik, donde quizá estuvimos menos de una hora, llegando
a subir hasta el jardincillo botánico. Y hacia las diez de la noche llegábamos
a Zadar, donde acabaríamos pasando las tres últimas noches. Buscamos albergue y
luego visitamos la ciudadela. Había mucha música por las calles. Me pareció la
ciudad con mejor ambientillo del viaje, aunque las más bonitas fueron Mostar y
Dubrovnik.
Sibenik.
Delorean - Deli (Ayrton Senna, 2009). Aunque no lo parezca en absoluto, es un grupo español.
Entrando en el parque natural de Plitvice.
LUNES
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De
buena mañana salimos hacia Plitvice, donde pasamos el día. Nuestro fallo fue no
haber cargado apenas comida. El parque natural es enoooorme. Muchos lagos e
infinidad de saltos de agua, y las rutas marcadas en los mapas no quedan muy
descifrables. Hacia la mitad del recorrido hay puestos de comida, pero lo
pensamos cuando llevábamos media hora haciendo cola para el barco que te lleva
a la otra parte del lago. Creo que la excursión nos llevó unas siete horas,
arribando ya de noche y muertos de hambre a un excelente restaurante situado a
la entrada del inmenso aparcamiento.
Me
ha costado seleccionar únicamente 14 fotos de Plitvice. El agua tiene un color espesiá, toda la gama de azules va
presentándose, a lo largo del día, con los cambios de luminosidad y profundidad,
y toda esa masa boscosa, troncos cargados de musgo entre un suelo de hojas
coloradas, prácticamente me sacó la espina de no haber podido visitar todavía, algún
otoño, Gorbeia o la selva de Irati. Caminas muchísimo sobre pasarelas de madera
entre pequeños lagos, rondando cataratas.
Mi yo preferido, el del modo viaje.
Fue
el único día que salió nublado.
A
diferencia de Kravice y Krka, en Plitvice no es posible bañarse, pero es mucho
más espectacular que aquéllos otros lugares. Es lo más imprescindible de
Croacia. El mayor conjunto de lagos y cascadas de Europa.
Por
la noche, algo cansados, dimos una vuelta por Zadar, porque estaba empeñado en
ver/escuchar el “órgano del mar”. Una serie de orificios en la piedra del
muelle por donde se infiltra y suena el aire impulsado por las olas. Resulta curioso y algo repetitivo.
A pocos metros, un gran círculo en el suelo emite luces de colores cambiantes
que van formando distintos dibujos de un modo aparentemente aleatorio. Me hubiera gustado ver
allí una puesta de sol, pero no pudo ser.
K's Choice - Not an addict (Paradise in me, 1995), una canción que yo tenía injustamente olvidada, y Miquel llevaba en su playlist para el coche.
MARTES
23
Zadar desde el campanario. Eso de delante es la iglesia prerrománica.
Por
la mañana estuvimos visitando la ciudadela de Zadar. Subí a la torre del
campanario, desde donde me encantaron las vistas, y entré en la iglesia prerrománica
del siglo IX. Grandilla, algo vacía, pero siempre reviste cierta emoción entrar en
un edificio tan antiguo. Le tengo unas ganas inmensas a Santa Sofía, de
Estambul.
Zadar.
Luego
fuimos a ver las playas de Nin, donde había mucha gente practicando kitesurf,
y decidimos ir a la isla de Pag, unida al continente por un puente corto.
Pag.
En una de las discotecas de Zrce Beach.
Miquel
había oído algo de un festival de música electrónica en la playa. Comimos en la
isla y buscamos la Zrce Beach. Era el Sonus Festival. Dijo Miquel que esto sí
que era “rollo Ibiza”. Había un montón de discotecas junto al mar, y un parking
grande tras ellas. En algunas, no se pagaba entrada, así que no hice más gasto
que el de unas alitas de pollo rebozadas para cenar en un puesto de comida
rápida. No era exactamente mi ambiente, y ese día conducía yo, pero logré
aguantar bien nueve horas. Hacia las cuatro de la madrugada regresamos a Zadar,
y tuve algún momento de verme en la necesidad de detener el coche porque se me cerraban los
ojos. En la emisora local sonó Stairway to heaven, que siempre es especial,
pero más cuando conduces de noche por otro país.
MIÉRCOLES
24
El lugar era precioso, pero realmente necesitaba un hospital a pocos metros. No creo que haya menos de 50 turistas accidentados cada verano.
A
las siete y media de la tarde debíamos estar en el aeropuerto, así que a la una
fuimos a una playa cercana a la ciudadela. Más que playa, era como un muelle
con un parque detrás. Hicimos algo de yoga y fui a bañarme. La piedra mojada estaba
peligrosamente resbaladiza. Caí al suelo, con suerte de no hacerme daño. Luego,
Miquel no tuvo esa suerte. Oí que me llamaba y vi a un hombre sosteniéndole la
cabeza ensangrentada. Llegamos hasta el puesto del socorrista, y nos informaron
de que lo mejor era ir caminando al hospital, que se encontraba a 100 metros.
Cogí las cosas y nos encaminamos hacia allá. Le recibieron en urgencias y ya no
supe nada en las siguientes 3 horas. Temía que perdiésemos el avión o que
tuviese algo grave. A las cinco apareció con grapas en la cabeza y fuimos a
comer a un bar cercano, cara al mar. En la sala de espera quedó, entre otros,
una anciana que ya estaba allí cuando llegamos. Da lástima que alguien tenga que pasar tantas horas en una sala de espera, especialmente gente mayor y niños. Me daba algo de vergüenza al pensar que, quizá, los turistas tuviésemos preferencia. Esta gente pasó una guerra hace nada. Han sufrido algo inimaginable para nosotros. Aunque nadie me miró mal ni nada, me sentía un poco el pijo del lugar. Raramente un trabajador croata con un sueldo medio podrá viajar a otro país, actualmente. Creo que son 350 o 400 euros mensuales.
En
el avión, volví a tener problemas con los oídos. Un dolor, como si los tímpanos
quisieran estallar, que ya me había sucedido 11 años atrás, llegando a
Budapest. Entre ambos momentos, he estado en otros 8 aviones sin problema.
Pasadas
las doce de la noche conseguimos encontrar la salida del aeropuerto de
Barcelona.
No
estábamos para conducir hasta casa, y Miquel no podía dormir en cualquier lugar
con la cabeza herida. Era muy tarde para encontrar una pensión, o un albergue u
hotel. Buscamos en Tarragona y Salou durante un par de horas, y al final
pudimos quedarnos en un auténtico cuchitril por 50 euros. No había otra.
The War On Drugs - Under the pressure (Lost in the dream, 2014).
El
JUEVES 25, por la tarde, llegamos a casa.
Antes
de un viaje, necesito ver cientos de fotos, leer decenas de páginas de blogs y quizá repasar alguna guía impresa, para decidir cuáles son los lugares imprescindibles,
los medianamente importantes, y los prescindibles, contrastando un montón de
opiniones. Me encanta planificar los viajes. Miquel funciona al revés. Prefiere
decidir el próximo destino en base a las recomendaciones de la gente in situ.
Tiende a hablar con todo el mundo, y su norma es ir al lugar que te hayan
recomendado “al menos dos personas distintas”. Dice que lo más importante de un
viaje no son los lugares, sino la gente y la comida. Ahí diferimos bastante.
Pero no llegamos a discutir.
Lo
malo de planificar mucho, es que hay demasiadas cosas que ver, y siempre te
quedará la comezón de no haber llegado a ir a tal o cual sitio. Nunca un viaje
te queda completo y perfecto, aunque, objetivamente, has visto más que si no lo
hubieras planificado. ¿Hasta qué punto es mejor no esquematizar, y tomártelo
con más calma? El de Croacia y Bosnia es mi viaje más completo. Hubo fiestas, 4
islas, parques naturales con cataratas y lagos, ciudades bonitas, mucha playa…
y, sin embargo, sigo recordando como mi mejor viaje el primer tramo del Camino
de Santiago, porque es donde mejor lo he pasado.
Aunque
a veces no comíamos en bares, sino de lo que comprábamos en supermercados, y no
gasté más de 8 euros en souvenires, entre pitos y flautas, aviones, alquiler de
coche y bici, ferrys, entrada a murallas, parques naturales, templos,
alojamientos, comidas, gasolina, peajes, etc… gasté alrededor de 1.600 euros, mi viaje más caro
hasta ahora. Cuesta explicártelo a ti mismo, contando con que son países menos
caros que España, pero el caso es que son 12-13 días haciendo mil cosas en plena
temporada alta. Y el alojamiento era generalmente más caro de lo que esperaba.
Se
nos quedaron lugares por ver. Pensaba haber ido a Pula y Zagreb. Molaría haber
visto otras islas como Korkula, Brac (playa de Zlani Rat), Vis, Bisevo (gruta
azul), Solta… hacer kayak en Krka, y visitar poblaciones como Makarska, Rovijn,
Samobor, Varazdin, Rijeka… Pero bueno, algún día he de ver Eslovenia, que es
más peque, y podré acercarme, al menos, al norte de Croacia.
Como de costumbre, este blog me sabotea el formato de letra que acompaña las fotos. Intento poner un tamaño intermedio, entre la letra del texto y la letra minúscula, y veo que no hay manera. Se me queda la más pequeña, o la grande.
Como
regalo de cumpleaños al cumplir once o doce, me pedí el Mineranova, y quedé
fascinado por los minerales. Solía ir de excursión con algunos amigos a buscar cuarzo en la montaña del castillo de
Cocentaina, donde abunda la variedad roja llamada jacinto de Compostela, o a buscar varios tipos de minerales,
incluido el cuarzo, en una zona un poco más arriba de Turballos, y alguna vez
bajamos al río Serpis en busca de sílex,
el mineral que usaban los hombres prehistóricos para fabricar sus puntas de
flecha o lanza, para cortar carne, o conseguir chispas con las que encender un
fuego. Al igual que el cuarzo, está compuesto por oxígeno y silicio, (SiO2) y
su dureza es la misma, 7 sobre 10 en la escala de Mohs. Uno se pregunta por qué, si la composición de tantos minerales distintos es exactamente la misma, cambia su color y su forma. Supongo que se debe a la diferencia de presión y temperatura en que se formaron. El cuarzo de cierto color se ha producido a 500 grados centígrados y el de otro color a 600, 700 u 800. Aproximadamente.
Jacinto de Compostela, o cuarzo rojo. Uno de los minerales más fáciles de encontrar en la Comunidad Valenciana. Aunque los mejor formados suelen ser muy peques. Tengo un montón de menos de 1 cm.
No soy ningún crack de la mineralogía. Me
hubiera hecho ilusión encontrar una verdadera punta de flecha prehistórica, en
vez de simplemente sílex intacto, y esperaba encontrar alguna pieza de cuarzo
grande, espectacular, o cualquiera otra de esos maravillosos dióxidos de
silicio, como la ágata, el ónice, el jaspe, u otros minerales hermosos como la
pirita, la fluorita, la turmalina, la malaquita, la siderita o el ópalo.
Encontrábamos muchas piedrecillas de cuarzo con formas guapas, pero muy
pequeñas. En cuanto a fósiles, solo he llegado a encontrar dos, también
minúsculos. Mantengo la ilusión de encontrar algún ammonites enorme, y leo que la provincia de Alicante es buena para la búsqueda de fósiles, mucho más que de minerales, pero no he podido enterarme de lugares concretos. En el Teide, iba con un grupo de amigos y ni se me ocurrió ponerme a buscar obsidiana, la piedra preciosa de origen volcánico con cuyo comercio se originó lo que después sería la ruta de la seda.
Pirita. Tengo un par de cubos comprados. Nunca he sido capaz de encontrar un ejemplar. He leído que la mejor mina del mundo está en Navajún (La Rioja) y se puede visitar, previa cita.
Observé
que solía encontrar cuarzo en zonas montañosas donde la arena es rojiza, como
en Cofrentes, donde fuimos a practicar descenso en kayak, o por esa montaña que
sube la carretera yendo de Quesa a Bicorp, antes de tirar por el camino hacia
el cañón del río Fraile. También cerca de un pueblo llamado Manuel, donde
hacíamos las maniobras de la mili. Mientras algunos hablaban sobre mejores marcas
de relojes caros y mejores tipos de fusil, yo me entretenía buscando cuarzo (o
jugando con las hormigas y las hojas de pino, si no estábamos en buen lugar
para buscar. Esas conversaciones me resultaban insufribles).
Lo
mejor es estar entretenido con algo que te guste hacer. Los mejores momentos de
la vida. Coger una mochila con algo de comida y bebida, y pasar el día en la
naturaleza, buscando algo, es una pasada.
Citrino (cuarzo de color ámbar). Yo
aprecio los minerales por su belleza física. No creo para nada en las propiedades
curativas milagrosas que algunos les atribuyen. Que si el cuarzo violeta o amatista está emparentado con el sexto
chakra, neutraliza la energía negativa, te limpia la sangre, combate las
adicciones, purifica la conciencia, aclara la mente, favorece la intuición…, o
el cuarzo rosa te cura las heridas
del corazón, o el citrino es la
piedra del tercer chakra, y va bien para los negocios y las relaciones. El cuarzo ahumado te cura afecciones de
estómago, colon y recto, te equilibra la energía sexual, disipa bloqueos
subconscientes, potencia tus mejores capacidades, aumenta la fertilidad, alivia
la depresión, canaliza la intuición, limpia el aura, elimina el insomnio y la
fatiga mental, y está conectado con el chakra raíz, entre otras propiedades…
Amatista (cuarzo violeta).
Quizá
debería creer en estas cosas, porque suena bonito, porque la ficción da calidad
a la vida, todo lo que sea mitológico y nos hable de seres mágicos, mientras no
domine nuestras vidas, es agradable. Una religión es mala cuando manda sobre
una sociedad. Pero cuando pierde esa influencia queda como una colección de
cuentos que suman enormemente en el acervo cultural. Qué mejor ejemplo que la
exuberante mitología grecorromana. En su día fue castradora para el avance de
la ciencia. Ahora es un estímulo para el arte y la imaginación, desde hace
siglos. Cuántas bellísimas obras literarias, pictóricas o escultóricas, y
demás, se basan en sus historias. Con el catolicismo y el islam, sucederá igual. Cuando pierdan su amenazante poder, quedarán reducidas a conjuntos de relatos bonitos e inspiradores, que sumarán en la sociedad sin restar nada a cambio.
Psique reanimada por el beso del amor (de Eros/Cupido). Escultura realizada en 1793 por Antonio Canova. Es lo que más me chocó en el Louvre (París), en 2004. Me quedé media hora rondándola, para desespero de mi hermana. Me encantaba leer esa fábula. Hay otra copia de la misma estatua en el Hermitage de San Petersburgo, no sé si del mismo tamaño.
Pienso
que la belleza es subjetiva. Los humanos vemos hermosas ciertas piedras, y
tendemos a creer que esas piedras hermosas pueden ser curativas. No diremos lo
mismo de cualquier pedrusco. ¿Por qué no atribuirle propiedades curativas al
cuerpo de una modelo u actriz? Quizá me recupere instantáneamente de un constipado si me acuesto con
Adèle Exarchopoulos. Contactar con el cuerpo de Kate Beckinsale podría purificar
mi conciencia, o combatir células cancerígenas, y coitear con Marion Cotillard nueve
veces por semana eliminaría mi insomnio y mi fatiga mental. Seguro.
Adèle Exarchopoulos. No dudo de que sus propiedades terapéuticas dejen al cuarzo ahumado a la altura del betún.
No
obstante, otra razón para creer es la oportunidad de aprovechar el poder de la sugestión. La mente es capaz
de esfuerzos que posiblemente nos parezcan demasiado grandes, y logros que
quizá no confiemos en llegar a alcanzar. Si la creencia en un poder mágico que
te ayude puede empujarte hacia un mayor esfuerzo en pos de un objetivo
ilusionante, si tener a tu lado un buen cristal de cuarzo ahumado de 10 cm, y
acariciarlo de vez en cuando, te va a hacer creer en tus posibilidades de
terminar ciertos estudios, ¿Por qué no creer? Aunque en el fondo no creas,
déjate llevar por la belleza de la ensoñación…
De cualquier manera, sé que nunca podré evitar el ponerme en plan escéptico cuando alguien me habla totalmente convencido de las propiedades curativas de una piedra.
Lo
que más rabia me da es la chulería y falta de empatía. De tanta gente que actúa
como si se creyese más importante y con más derechos que el resto.
Donde
más habitualmente noto esa chulería es en la carretera. Por ejemplo, cuando
trato de incorporarme a una vía de dos carriles por sentido, y el que viene por
el carril derecho no me facilita la incorporación, pudiendo perfectamente
meterse en el otro carril.
1.-
Algo que suelen hacer muchos ciclistas en mi pueblo es, cuando llegan a una
fila de coches detenidos ante un semáforo, adelantarlos a todos, y luego ir los
primeros por el resto de la travesía, obligando a todos los coches a ir a su
velocidad, más lenta. Cuando me toca, procuro salirme por la próxima calle, aunque
tenga que dar un rodeo importante, porque no soporto la rabia de tener que
seguir a ciclistas por medio pueblo.
2.-
En cierta ocasión, yo estaba parado ante un semáforo rojo, con cuatro o cinco
coches detrás de mí. El último de esos coches arrancó, nos adelantó a todos por
el carril de sentido contrario (que estaba en verde para los que venían), y se quedó cruzado delante de mí, justo bajo el semáforo. Era un mercedes enorme,
conducido por una mujer de unos cuarenta - cincuenta años.
Scatterbrain (Jeff Beck, 1975)
3.-
Una vez, en el centro del pueblo, el conductor de un coche se detuvo en mitad del carril para hablar
con un amigo suyo, que se acercó y quedó tranquilamente de pie junto a la ventana del
conductor, sobre la raya continua del centro de la calle. Los coches que llegaban por detrás se veían obligados a parar y
esperar que no viniese nadie de cara para adelantarles. Uno de ellos le pitó, y
entonces el tío que estaba de pie se giró y le amenazó con palabras tipo ”A ver
si te meto, imbécil”. Lo presencié caminando desde la otra acera.
4.-
Hace diez años trabajaba en Onteniente y me ponía a las 7 de la mañana. La
curva de la autovía, al pasar junto a Albaida, estaba mal trazada. Se reducía repentinamente a
un carril, bordeado por conos verdes, en plena salida de la curva. Una madrugada
lluviosa, todavía completamente de noche, el coche que iba delante de mí paró
justo a la entrada del carril único, obligándome a parar tras él. El conductor,
moro, bajó y me preguntó por dónde se iba a Albaida. Por agilizar el proceso,
por puro miedo a que llegase alguien follado y se estrellase contra mí, no le
recriminé la acción. Directamente le informé de que se había pasado la salida
para Albaida. Entonces subió a su coche, retrocedió un poco, giró y se fue por
el carril de sentido contrario. Tuve suerte de que no viniese ningún otro coche
en esos minutos, porque la mala visibilidad de la curva, de noche y con lluvia,
podía haber provocado un accidente muy grave.
Es
el único caso, de los que comentaré aquí, cuyo móvil no me parece la chulería
personal, sino la costumbre exótica, el que ese hombre viera completamente normal
lo que estaba haciendo, porque, muy probablemente, en su país de procedencia se conduce así. Pero
es chulería inducida por la costumbre, por su sociedad. Me obliga a detenerme
en un lugar muy peligroso.
5.-
Otro día, hace dos o tres años, salí de casa con prisas, casi a las siete de la
tarde, con el tiempo bastante justo para llegar al trabajo. Debajo de casa hay
un supermercado, y justo en ese momento salía la mujer de un conocido, que se
juntaba a veces con nosotros durante nuestra adolescencia, allá por 1996. Se puso a contarme
que su marido estaba aburrido, que no quedaba con nadie, exigiéndome que le
llamáramos para quedar porque “sois sus amigos”. Hablándome con mala leche, como si le debiese
algo. Le dije que sí, como a los locos, para deshacerme de ella rápido, y corrí
hasta la cochera. Ya me había hecho perder varios minutos con sus
recriminaciones.
Al
llegar casi al semáforo del centro de mi pueblo, había un coche mal aparcado, en
medio del carril derecho, por donde debía seguir para ir recto. Para rebasarle,
me obligaba a pasar al carril central, destinado a los que giran a la
izquierda. En el momento en que le estoy rebasando, la mujer musulmana que lo
conduce va y arranca, lo cual me obliga a parar en el carril central mientras
ella avanza. Al estar en rojo nuestro semáforo y haber poco espacio para volver
a mi carril, me quedo cruzado entre los dos carriles, queriendo meterme tras el
coche de la mujer musulmana. Cuando el semáforo se pone verde para el carril
por donde quiero ir, arranco, y un motorista que viene a toda leche frena
bruscamente y se me pone a pitar y gritar, insultándome, como si fuese culpa
mía.
En
ese momento, estuve tentado de salir y liarme a hostias con él sin mediar
palabra. No lo hice porque no soy fuerte, y supongo que hubiera salido
perdiendo. Pero si llego a llevar un bate de béisbol, hubiese salido del coche
con él, y le hubiese pegado, sin decir nada, porque era imposible razonar. Era imposible explicar claramente, con
palabras, todo lo sucedido en esos segundos, y entre los tres (la mujer del
conocido, la conductora musulmana y el motorista) me habían hecho acumular
demasiada tensión y necesitaba explotar, de alguna manera. Y el tipo seguía
insultándome.
Já sei namorar, de Tribalistas (2002), una de las doscientas canciones que llevaba en el coche.
La
idea era recorrer Croacia de parte a parte, mas la parte de Bosnia que llega
hasta Mostar, cogiendo un coche de alquiler en el primer aeropuerto y
devolviéndolo en el segundo. Buscamos los vuelos con un mes de antelación, y
los más baratos que encontramos fueron Barcelona - Dubrovnik para el día 13 y
Zadar - Barcelona para el 24. Zadar está a la mitad del país, pero resultó
perfecto, porque tampoco daba tiempo para ir de punta a punta, y creo que la
mitad sur es más interesante, subiendo hasta Plitvice, que es impepinable. Mi
idea era llegar a ver también Pula y Zagreb, pero no pudo ser.
SÁBADO
13
Íbamos
a ser tres, aunque al final Rafa no pudo venir.
Salimos
de Muro hacia las 10 y media de la mañana, comimos aproximadamente a las 15 en
un pueblo catalán, sin desviarnos mucho de la autopista, y llegamos al
aeropuerto de Barcelona, donde gente de uno de los parkings recogió nuestro
coche. El vuelo debía salir a las 19:40 y llegar a Dubrovnik hacia las 21:50,
pero se retrasó unos 20 minutos.
Al
llegar tuvimos un problema para recoger el coche de alquiler. Lo habíamos
reservado por un intermediario, Happycar, debido a lo cual la empresa Oryx nos
exigía un depósito de unos 600 euros, por no tener contratado su seguro, sino
el del intermediario. Tampoco servía mi tarjeta de prepago en la cual habíamos
puesto los casi 500 euros del alquiler. Yo no llevaba tarjeta, tan solo dinero
en efectivo, y la tarjeta de Miquel tenía un límite de 600 euros, y no eran
horas para llamar al banco y ampliarlo. También resultó que costaba otros 50
euros la “Green card” necesaria para introducir el coche en Bosnia. Tras más de
media hora negociándolo, Miquel logró que le permitiesen usar dos tarjetas
distintas, la propia y la del trabajo. Así que, la próxima vez, nada de Happycar. Contrataremos directamente con la empresa local. Llegaríamos al albergue hacia las once y
media. Estaba situado a unos 3 o 4 km de la ciudadela, al final de un bonito
lago que llega al mar bordeando la montaña.
Junto a las últimas palmeras de esta fila estaba el albergue. Más o menos a la otra parte de esa montaña, pero hacia mi derecha tal como estoy tomando la foto, está Dubrovnik.
Otra de las canciones que llevaba en el pendrive para el coche era Like a child again (The Mission UK, 1992), una canción extraña, de un romanticismo alegre y enérgico, poesía positiva.
DOMINGO
14
Llegando al embarcadero de Lokrum. Ese agua tan limpia y cristalina es característica de toda la costa dálmata, debido a un menor nivel de contaminación que en otras zonas del Mediterráneo, y a que casi toda la costa dálmata es de piedra. Apenas vimos playas de arena.
Al
levantarnos, cogimos el autobús para ir a la ciudadela, que estuvimos
explorando un par de horas antes de tomar el barco a la isla más cercana,
Lokrum. No aparecía en guías ni blogs, pero nos la habían recomendado ya un par
de personas en un rato de estar por allí. Fue la mejor decisión del viaje.
Pasas las horas centrales del día en la isla, te bañas, y vuelves para recorrer
la muralla al atardecer, cuando ya no haga tanto calor. También fue buena idea
coger sidras Strongbow o Somersby en el Konzum de la plaza central, antes de ir
a la isla.
Parte del monasterio benedictino (supongo) de Lokrum, fundado en el año 1023.
En
el barco, conocimos a un simpático grupo de chicas, con las cuales pasamos el resto
del día. Una irlandesa, una pakistaní, una italiana y una barcelonesa.
Colgaría 15 o 20 fotos de Lokrum. He de volver algún día.
Lokrum
es ideal. Pequeña, hermosa, con buenos lugares para tomar el baño, un
monasterio benedictino de hace unos mil años, un pequeño lago de agua salada a lo “mar
muerto”, llamado Mrtvo more (no lo supe entonces, y no llegamos a bañarnos en
él), pavos reales que se subían por los árboles, y gran variedad floral. El
archiduque que compró la isla en 1859 la convirtió en un jardín botánico con
especies de árboles y plantas de todo el mundo.
Nuestro primer baño croata.
En
cierto modo, Dubrovnik y Lokrum constituyen una “Croacia en miniatura”. Está
todo lo típico del país: espacios verdísimos junto a playas de roca y aguas
limpias, de una transparencia inimaginable para los españoles, y ciudad de
piedra. Mi consejo es: si se dispone de
un solo día, vale la pena coger bebidas del Konzum, ir pronto a la isla y pasar
allí el día, recorrer las murallas de la ciudad al atardecer, y ver el resto de
la ciudad de noche.
Ahí abajo se ve la parte de la isla donde nos habíamos bañado nada más llegar. Y un poco más al fondo está el "mar muerto", el minúsculo lago salado.
Nos
bañamos en una “playa” de roca, y ascendimos a la parte alta de la isla, que se
recorre en poco tiempo.
Vista de Dubrovnik desde Lokrum.
Regresando al puerto de Dubrovnik.
Al
volver a Dubrovnik, subimos a la muralla, y pasamos un par de horas caminando por ella.
Se nos hizo de noche y fuimos los últimos en bajar antes de que cerrasen,
debido a que nos habíamos detenido a descansar, beber sidra y birra, charlar y
observar el paisaje con puesta de sol, durante una hora, en un rincón que daba
al mar, con Jennifer y Samira, con la brisa y una gran bandada de oscuros
vencejos que revoloteaban a bastante altura sobre nosotros, enmarcando el paso
de un avión lejano, pequeñísimo en el mismo cénit. Fue uno de mis momentos mágicos
del viaje. Fuimos los últimos en abandonar, completamente de noche, las murallas, cuyo encargado cerró tras nosotros.
La esquina de la muralla donde nos detuvimos a descansar y ver la puesta de sol. La canción que añadiría para definir un momento así es Sheherajazz de Jazz Hip Trio (1967), que es muy chill out, pero ya no está el vídeo en Youtube.
Luego
estuvimos sentados en las escaleras de la catedral, cerca de un guitarrista bastante virtuoso que interpretaba, entre otras, el primer movimiento de la sonata Claro de luna, de Beethoven; El adagio
del Concierto de Aranjuez, de
Rodrigo; Asturias, de Albéniz; creo que también tocó Río ancho, de Paco de Lucía, y no
recuerdo qué más. Para no deshacer el hechizo de ese día maravilloso.
Asturias (Leyenda), compuesta hacia 1890 por el español Isaac Albéniz.
Cenamos
algo barato y paseamos por la ciudad hasta la una o una y media.
LUNES
15
Fuimos
a Ston y buscamos alojamiento. Luego nos dirigimos hacia Prapratno para coger
el ferry hacia la isla de Mljet, desembarcando en Sobra. Desde allí, hay de
media hora a tres cuartos en coche hasta Polace, donde experimentamos por vez
primera lo complicado que es encontrar aparcamiento en la costa dálmata. Los
pueblos no están preparados para el turismo de coche. Son calles estrechas
entre el monte y el mar, y el poco espacio disponible es privado.
Una
vez allí, nos arrepentimos de haber reservado alojamiento en Ston, porque
hubiera molado quedarse una noche para ver mejor la isla.
Bañándome en el lago grande del parque natural de Mljet. No me extraña que la leyenda sitúe en esta isla los siete años de romance entre Ulises y la ninfa Calipso, aunque casi cualquiera de las islas entre Split y Dubrovnik sería igualmente válida. Son espectaculares.
Disponiendo
únicamente de tres horas hasta la partida del ferry de regreso, alquilamos
bicis (no se podía entrar en coche al parque natural de los lagos), subimos y
bajamos la montañita, nos bañamos en el lago grande, subimos al barquito para
visitar la isla del lago (una isla dentro de otra isla), volvimos pedaleando, y regresamos a Sobra con el
tiempo casi justo para embarcar. Fue un poco de locos. Llevábamos un montón de
años sin tocar una bici.
Holographic universe, de Thievery Corporation (2005), uno de los temas que sonaban en el coche mientras esperábamos a salir del ferry.
Regresando a Prapratno en el ferry de las 19:00, el último del día, desde Mljet. Lo que se ve es el continente. Costa verdísima, virgen, lo contrario que en la costa valenciana, tan similar en clima y ecosistemas, pero tan sobreexplotada urbanísticamente. Lo que ves por las zonas de Moraira/Benitatxell (donde por cierto otro pirómano ha ocasionado un nuevo desastre estos días) o Calpe/Altea, por poner solo dos ejemplos, es terrible.
MARTES
16
Muralla y salinas de Ston.
Al
despertar decidí subir por la muralla de Ston. Miquel prefirió quedarse
almorzando y dijo que prefería esperarme abajo, pero un rato más tarde,
mientras almorzaba en la parte alta, lo vi llegar. Seguimos por la muralla
hasta Mali Ston, el pueblo del otro costado de la montaña, y volvimos a Ston
por un camino junto a la carretera.
Kravice, ya en Bosnia.
A
media mañana partimos hacia Bosnia. Nos costó un poco encontrar las Kravice
waterfalls, donde la entrada cuesta menos de 3 euros. Bosnia es bastante más
barata. Un euro son dos marcos bosnios, y más o menos los precios siguen esa
escala. Comes bien por la mitad que en España, mientras que Croacia es más
turística y sus precios están casi al nivel de los nuestros, aunque un euro se cambia a entre 7'1 -7'4 kunas, aproximadamente. Lo que más nos
encareció el viaje, respecto a nuestra previsión, fue el alojamiento.
Yo
había decidido ir a Kravice porque amigos que estuvieron en Croacia me
desaconsejaban Krka debido a que estaba muy lleno de gente. En Kravice también
había mucha peña, no sé si tanta como en Krka, pero no me pareció algo excesivo
ni molesto. Lo encontré bonito, barato, y comimos satisfactoriamente. Eso sí, el agua, muy fría.
Por la parte vieja de Mostar, muy cerca del garito heavy. Un español que conocimos cenando comentaba que esto era como "Potes medio árabe", y tenía razón. Una zona muy rústica con minaretes asomando entre las casas, y el bazar callejero por los alrededores del Stari Most.
Por
la tarde nos dirigimos hacia Mostar. Encontramos alojamiento en una casa
particular habilitada, por 15 euros cada uno. El menos caro de todo el viaje.
Pienso que, de haber reservado los alojamientos con antelación, hubiésemos
encontrado mejores precios, pero queríamos tener la libertad de decidir in situ
adónde nos dirigiríamos cada día.
Por la mañana del miércoles, pudimos presenciar cómo algunos hombres saltaban al río desde el Stari Most, una manera tradicional de ganarse algunas monedas.
Cenamos
en el magnífico y barato Sadrvan, a pocos metros del icónico puente Stari Most,
y nos metimos en un pub heavy que era lo único medianamente animado ese martes.
Todo el rato se iban alternando canciones de la primera época de Black Sabbath
y de su primer cantante, Ozzy Osbourne. Por mí bien, pero Miquel no es nada
heavy, y las pocas chicas que había estaban emparejadas, así que tras un par de
sidras nos fuimos. Dimos algunas vueltas por el centro, y volvimos a casa.
MIÉRCOLES
17
Killing an arab (The Cure, 1978), es otra de las canciones que
llevaba en el pendrive para el coche. Inspirada en la novela de Albert Camus
El extranjero (1942).
El emblemático puente Stari Most visto desde el minarete de la mezquita Koski Mehmed Pasha.
Pasamos
la mañana por Mostar, subimos al minarete de una de las mezquitas (Koski Mehmed
Pasha) para encontrar una fantástica panorámica, y estuvimos explorando el
bazar.
Pocitelj.
Abandonamos
Mostar y comimos en un bar de carretera a la entrada de Pocitelj, un pueblo
pintoresco.
Pocitelj
parece estar medio abandonado. Se lo ve muy descuidado. Pero el trazado rústico
de sus callejuelas le confiere la posibilidad, el potencial para igualar en
belleza a los pueblos más pintorescos de España, como Pasai Donibane, Altea,
Cadaqués, Comillas, Combarro, Guadalest, Potes, Tossa de Mar… si la zona fuera
más próspera y pudiesen vivir allí, acometer reformas en los hogares,
abrir tiendas y restaurantes… Comimos en el único restaurante que vi, entre la
carretera y el río, y encontré tenderetes en la plaza mayor y algunas
callecitas, donde los vecinos vendían los productos típicos de la artesanía
local. Pero no parecía haber mucha gente. Antes de la guerra debe haber tenido
mucha más vida que ahora. Ahora Bosnia es muy pobre. Pero Pocitelj está a pocas
decenas de km del mar, y comparte el clima mediterráneo. Es todo de piedra.
¿Cómo es posible que las fluctuaciones de la economía mundial se lleven por
delante pueblos así?
Ya
era de noche cuando subimos al ferry en Drvenik (Croacia) para llegar a Sucuraj,
en la isla de Hvar. Tras más de una hora de carretera con tramos angostos y
elevados, sin protección lateral, muy peligrosos en caso de haber encontrado
tráfico, llegamos a Hvar Town y empezamos a buscar alojamiento, hacia las
22:30. Nos costó un buen rato encontrar algo. Yo me veía pasando la noche en la
calle. Por suerte, encontramos un apartamento muy bueno por 35 euros cada
uno. Muy bien para ser la zona más cara de Croacia y en pleno agosto, que está
a rebosar.
Zona del puerto de Hvar Town.
Salimos
un rato de fiesta, y nos decepcionó el hecho de que los pubs normales cerrasen
a las 02:00. Quedaban locales más pijos en el puerto, fuera de nuestro presupuesto, o ir en barco al festival
que se celebraba en la playa de una isla cercana, pero la gente que regresaba
de allí nos lo desaconsejaba.
JUEVES
18
Por
la mañana, encontramos alojamiento en el albergue Luka’s Lodge. Tampoco era
barato, pero al menos tenías algo de ambientillo y servicio de lavandería, que
nuestra ropa ya lo necesitaba. Yo había llevado una pastilla de jabón vegetal,
pero el problema era dónde tender la ropa, y que no parábamos quietos en un
lugar.
Con Jelena, yendo hacia una playa probablemente no muy conocida por los turistas, por Zarace.
Jelena,
la simpática encargada del albergue, nos recomendó una playa cercana, no recuerdo el
nombre, quizá era la de Stari, adonde fuimos por la mañana. Y por la tarde, en
sus horas libres, vino con nosotros en el coche y nos guió hasta una playa más
lejana, en Zarace, a unos 10 km. En el mapa de Google no aparece el nombre,
pero pone Villa Kate.
Junto al castillo de Hvar Town.
Jelena
se reincorporaba al trabajo a las 18:00. Nos recomendó subir al castillo e ir
de fiesta al Hula Hula, en el extremo oeste de la ciudad, junto al mar. Corrimos
cuesta arriba, porque se nos ocultaba el sol, disfrutamos de una buena
panorámica de la ciudad y las islas cercanas, y bajamos para ver el Hula Hula.
Nos pareció impresionante el ambiente de ese lugar, una especie de chiringuito
enorme, con un montón de tumbonas cara al mar, sobre las rocas, y muchísima
gente bebiendo y bailando.. Yo no estaba cómodo entre tanta gente, con la
mochila a la espalda y bastante sudado. Miquel prefería quedarse, pero yo
quería irme al albergue, cambiarme y volver.
Y una pequeña parte del chiringuito Hula Hula. Hay que volver algún día por la tarde, después de comer, que cierran a las 23:00.
Nos
fuimos, y una vez en el albergue, cenando, nos enteramos de que el Hula Hula
cerraba a las 23:00. Nos quedamos bebiendo con la gente, una veintena de
personas, y les acompañamos a los pubs del pueblo, como la noche anterior,
hasta las dos. Tenemos claro que, si algún día volvemos a Hvar, pasaremos, al
menos, una tarde de fiesta en el Hula Hula.
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Como
el post ya es muy largo y estamos en la mitad del viaje, continuará en otra
entrada. Concretamente, aquí.