jueves, 8 de diciembre de 2016

Mi percepción del amor y otras necesidades


In my life - The Beatles (Rubber soul, 1965).

Quisiera rendir homenaje al mejor sucesor que conozco del Cosmos de Carl Sagan, el blog La pizarra de Yuri, y al magnífico post que me lo dio a conocer: El pasado era una mierda.


El mundo va claramente a mejor, a pesar de tantas malas cosas. Siempre ha existido una mayor proporción de gente en condiciones de miseria y explotación, y siempre han sido peores las condiciones higiénicas y de sanidad. Espero que se reaccione a tiempo contra el cambio climático.

Hoy en día, un peón de fábrica vive rodeado de mayores placeres que los antiguos faraones, emperadores, reyes o sultanes, con la probable excepción del ámbito sexual. No poseemos un harén, pero disponemos de dentistas y penicilina, lugares donde practicar deportes que no ponen en riesgo nuestra integridad física, y posibilidad de viajar de vez en cuando a algún lugar remoto y espectacular, sin grandes peligros. Disfrutamos de avances tecnológicos y sociales que nos permiten comer fruta recogida a miles de kilómetros, operarnos de casi cualquier enfermedad seria, bucear, escuchar músicas variadísimas, ver películas, hacernos fotos y mostrarlas a gente que se encuentra al otro lado del mundo, leer novelas emocionantes, hacer yoga, saber qué son las estrellas y qué hay en el fondo de los océanos, o ir a un gimnasio. La violencia ya no se considera normal. Exploramos sin miedo calles, montañas, playas y bosques de otros países. Y, si algo nos ocurriera, casi siempre habrá un hospital o un centro de salud cerca.

En los países “del primer mundo”, prácticamente nadie pasa hambre ni frío. Nuestras infelicidades se basan, generalmente, en dos cosas: 1.- La falta de sexo-amor, y 2.- La falta de dinero, tiempo o ambas para viajar o dedicar más horas a otras actividades de ocio. Algunos lo pasamos mal por la alternancia de meses en paro (sin dinero para salir adelante desahogadamente) y meses de excesivas horas de trabajo. En mi caso, en marzo pasado estaba algo agobiado haciendo 12 horas, 6 noches por semana, y ahora, en noviembre – diciembre estoy parado.

Hay gente que lo tiene todo, algunos por herencia y la mayoría por mérito personal, y algunos de ellos acaban insatisfechos por no saber pararse a respirar y valorar los “pequeños placeres diarios”.

A veces, descubrimos algo, por ejemplo un tipo de comida que no habíamos probado, y nos encanta, y durante un tiempo nos obsesionamos con ello. Hace 5 o 6 años, entré por primera vez en un restaurante japonés. Desde entonces, habré estado en menos de 15 ocasiones, porque los más cercanos se encuentran a una hora de donde vivo, y cada vez que he ido con amigos, nos hemos atiborrado de tal manera que apenas podíamos movernos durante las horas siguientes.



"El amor nos destrozará, otra vez más" - Joy Division (1980).

Pienso que ese tipo de desmesura se da, muy generalmente, en la perspectiva que se tiene sobre el sexo y el amor.

Alguna vez he comentado con otros tíos que, si pudiésemos elegir siempre con qué chica follar, habría alrededor de cien días al año que no follaríamos. Preferiríamos dedicar nuestras energías a otras actividades. Senderismo, jugar a fútbol o a tenis, hacer surf… Incluso en muchas ocasiones preferiríamos simplemente masturbarnos. Si lo tienes tan fácil, no te obsesionas. No estás siempre pensando en ello.

Discuto sobre esto. Hay quien piensa que follaría todos los días del año. Yo, en cambio, lo veo exactamente igual de importante en mi vida que jugar a fútbol sala, pero no más. Posiblemente incluso menos. La diferencia es que a esto he podido jugar varias veces por semana, casi cada semana, durante 28 años. Estoy infinitamente más saciado en ese aspecto. No he tenido que padecer largos periodos de abstinencia.

Quizá yo sea demasiado poco fogoso. A los 17 años anoté cada vez que eyaculaba, para sacar la suma de todo un año. Hay días que te corres tres o cuatro veces, pero aun así, el número resultante fue (no lo recuerdo bien) 278 o 248. Me sorprendió por lo bajo. Por otro lado, creo que el tiempo máximo que he pasado sin correrme han sido 12 días, en época de depresión anímica, y unos 10 días durante algún viaje.



She's only sleeping - Vinnie Moore  (Live!, 2000).

Enamorarme, con casi 25 años, fue una experiencia muy dolorosa, y llena de contradicciones. En el fondo, notaba que era un capricho exagerado. Estuve lloroso durante un par de años, y me duró esa tristeza unos cuatro años, pero entre toda esa angustia también percibía la falta de sentido de todo ese estado mental. Racionalmente, sabía que esa chica no era tan especial, que había muchas otras capaces de atraerme mucho más, que simplemente me había acercado demasiado, que el amor se genera por cercanía en épocas de debilidad, que había cometido el error de fijarme demasiado en el conjunto de rasgos y cualidades positivas de esa amiga, que pasarían años antes de que pudiese apagar esa llama, aun descubriendo también, gradualmente, aspectos de ella que no me gustaban.

Es como frenar una nave espacial que trate de llegar en 50 años a Alfa Centauro, una vez alcanzada su máxima velocidad, que ha de ser brutal. Puede tenerse que dedicar la mitad del trayecto al proceso de desaceleración gradual, porque no hay fuerza de rozamiento en el espacio que te frene. ¿Cómo desaceleras una nave que va a 25.000 km. por segundo? El amor va igual. Puede que, a mitad del camino, adviertas que tomaste una dirección errónea, pero ya hay un montón de sentimientos que van a mil, y lleva un tiempo larguísimo ir frenando. Aun sabiendo que no existe la media naranja, o que hay cien millones de medias naranjas ahí fuera, distintas entre sí, con diversos estilos, pero todas igualmente idóneas para ti.


Sobradamente alcanzamos a saciar todas nuestras necesidades más básicas y gran parte de nuestros caprichos. El sexo y el amor nos resultan imposibles de controlar, en una época en que todo lo demás está bajo nuestro dominio. Por eso exageramos su importancia. ¿Son necesidades básicas? Sí. ¿Tanto como el comer, la higiene o el refugio? No. Son necesidades básicas de segundo orden. Como poder practicar tus otros deportes preferidos.



Writing to reach you - Travis (The invisible band, 2001).



Sarah - Thin Lizzy (Black rose. A rock legend, 1979). La guitarra de Gary Moore combinada con la voz de Phil Lynott dejó unas cuantas joyas, como Parisienne walkways, Black rose, Waiting for an alibi, Spanish guitar y Sarah.

jueves, 1 de diciembre de 2016

Croacia - Bosnia (del 13 al 24 de agosto, 2016) - Parte 2


Morcheeba - The sea (Big calm, 1998), qué gran disco. 


Stari Grad.

VIERNES 19

Decidimos ir directo a Split desde Hvar, embarcando en Stari Grad. Me parece que el ferry salía a las 11:00. Creo que llegamos al puerto hacia las 10 y media, y nos enteramos de que la cola para embarcar ese día era “algo nunca visto”. Pero también nos advirtieron que sería peor ir a la otra parte de la isla, Sucuraj, porque la situación allí era igual o peor. Así que cambié moneda en el casino para comprar el ticket del ferry y esperamos parados en la carretera, a ver si cabíamos en el de las 14:00. No pudo ser, pero ya pudimos dejar el coche haciendo cola dentro del recinto del puerto e irnos a comer al pueblo, del cual nos separaba un bonito paseo de 1 km junto al mar, donde me hubiera gustado incluso disponer de más tiempo para darme un chapuzón. Nuestro ferry sería el de las 17:00.

El camino entre Stari Grad y el puerto.

Creo que el trayecto del ferry fueron unas 2 horas y media, aunque ya no lo recuerdo exactamente. Saliendo de Hvar, durante un rato tuvimos la isla a ambos lados, y el paisaje era espectacular.

Por internet, encontramos sitio en el Hostel Adria, en Bajnice. Estaba a 12 km al sureste de Split, pero tenía muy buena pinta, encarado al mar.

Split. Dentro del palacio de Diocleciano.

Al desembarcar en Split, fuimos directos al albergue, luego a comprar algo en el supermercado para cenar, y finalmente a ver, de noche, la zona del palacio de Diocleciano, emperador romano de origen dálmata, que lo hizo construir para retirarse allí tras abdicar, a partir del año 305.

Había fiesta cerca, un escenario en una plaza fuera del palacio y, al terminar, hacia las 2 de la madrugada, nos encaminamos hacia los pubs de la playa, donde estuvimos hasta casi las 4.


SÁBADO 20

Hostel Adria.

Por la mañana quise ir hasta la playa de Brela, que nos quedaba unos 20 km al sur, pero no conseguimos llegar debido a un atasco, así que regresamos para comer y bañarnos en el albergue, y fue magnífico (a las fotos me remito). Web del hostel



El albergue está dividido en dos casas, una a cada lado de la carretera. Dormíamos en la que daba a la falda de la montaña, pero la zona social, donde cocinar y comer, estaba en la otra. La terraza daba al embarcadero. Un lugar espectacular. Estuvimos charlando con gente de Canadá, Dinamarca, Australia, Holanda e Inglaterra, y hacia las tres de la tarde decidimos irnos a Split.



Pasamos la tarde viendo el palacio de Diocleciano. Hay un mercado subterráneo en el sótano, catacumbas o como se llame ese espacio, muy bonito.


En día y medio no supimos encontrar tiempo para visitar la galería del escultor Iván Mestrovic, que valdría la pena, seguro. También llegamos demasiado tarde para entrar a la catedral y subir a la torre del campanario. Tenía la sensación de que se me iban quedando cosas importantes por hacer, aunque no parábamos, y no iba a dar tiempo a recorrer, ni mucho menos, toda la costa del país.



Tras cenar y dar algunas vueltas más por el enorme palacio, salimos a la plaza cercana donde volvía a haber fiesta. La noche anterior sonaba música electrónica y ahora ritmos latinos. Salsa y cosas así. Coincidimos por allí con la gente que habíamos conocido en el albergue, un grupo de unos 15, compramos bebidas, y pasamos las siguientes horas allí hasta que terminó la fiesta, hacia las 2. Entonces cogimos el autobús para regresar al albergue, aunque nadie recordaba el nombre de Bajnice, para decirle al conductor a dónde íbamos. Al llegar, me quedé media hora charlando a la entrada del albergue con uno de los canadienses, mientras algunos iban a darse un baño al mar, que a esas horas debía estar bastante fresco. Pero siempre es bonito nadar algo borracho de noche.



 Sayag jazz Machine - Ali goes on! (Anachromic, 2004)


DOMINGO 21

Trogir.

Me supo a poco tiempo el disponible en Split. Hubiera venido bien permanecer allí un día más, pero aún quedaba mucho por recorrer. Tocaba cambiar de lugar. Comimos en Trogir, otro hermoso pueblo de mármol blanco.

Trogir.

Luego paramos a bañarnos en la playa del camping de Primosten, demasiado familiar para mi gusto. Realizamos una visita rápida a Sibenik, donde quizá estuvimos menos de una hora, llegando a subir hasta el jardincillo botánico. Y hacia las diez de la noche llegábamos a Zadar, donde acabaríamos pasando las tres últimas noches. Buscamos albergue y luego visitamos la ciudadela. Había mucha música por las calles. Me pareció la ciudad con mejor ambientillo del viaje, aunque las más bonitas fueron Mostar y Dubrovnik.

Sibenik.

Delorean - Deli (Ayrton Senna, 2009). Aunque no lo parezca en absoluto, es un grupo español. 

Entrando en el parque natural de Plitvice.


LUNES 22

De buena mañana salimos hacia Plitvice, donde pasamos el día. Nuestro fallo fue no haber cargado apenas comida. El parque natural es enoooorme. Muchos lagos e infinidad de saltos de agua, y las rutas marcadas en los mapas no quedan muy descifrables. Hacia la mitad del recorrido hay puestos de comida, pero lo pensamos cuando llevábamos media hora haciendo cola para el barco que te lleva a la otra parte del lago. Creo que la excursión nos llevó unas siete horas, arribando ya de noche y muertos de hambre a un excelente restaurante situado a la entrada del inmenso aparcamiento.


Me ha costado seleccionar únicamente 14 fotos de Plitvice. El agua tiene un color espesiá, toda la gama de azules va presentándose, a lo largo del día, con los cambios de luminosidad y profundidad, y toda esa masa boscosa, troncos cargados de musgo entre un suelo de hojas coloradas, prácticamente me sacó la espina de no haber podido visitar todavía, algún otoño, Gorbeia o la selva de Irati. Caminas muchísimo sobre pasarelas de madera entre pequeños lagos, rondando cataratas.

Mi yo preferido, el del modo viaje.

Fue el único día que salió nublado.



A diferencia de Kravice y Krka, en Plitvice no es posible bañarse, pero es mucho más espectacular que aquéllos otros lugares. Es lo más imprescindible de Croacia. El mayor conjunto de lagos y cascadas de Europa.











Por la noche, algo cansados, dimos una vuelta por Zadar, porque estaba empeñado en ver/escuchar el “órgano del mar”. Una serie de orificios en la piedra del muelle por donde se infiltra y suena el aire impulsado por las olas. Resulta curioso y algo repetitivo. A pocos metros, un gran círculo en el suelo emite luces de colores cambiantes que van formando distintos dibujos de un modo aparentemente aleatorio. Me hubiera gustado ver allí una puesta de sol, pero no pudo ser.





K's Choice - Not an addict (Paradise in me, 1995), una canción que yo tenía injustamente olvidada, y Miquel llevaba en su playlist para el coche.

MARTES 23

Zadar desde el campanario. Eso de delante es la iglesia prerrománica.

Por la mañana estuvimos visitando la ciudadela de Zadar. Subí a la torre del campanario, desde donde me encantaron las vistas, y entré en la iglesia prerrománica del siglo IX. Grandilla, algo vacía, pero siempre reviste cierta emoción entrar en un edificio tan antiguo. Le tengo unas ganas inmensas a Santa Sofía, de Estambul.

Zadar.

Luego fuimos a ver las playas de Nin, donde había mucha gente practicando kitesurf, y decidimos ir a la isla de Pag, unida al continente por un puente corto.


Pag.

En una de las discotecas de Zrce Beach.

Miquel había oído algo de un festival de música electrónica en la playa. Comimos en la isla y buscamos la Zrce Beach. Era el Sonus Festival. Dijo Miquel que esto sí que era “rollo Ibiza”. Había un montón de discotecas junto al mar, y un parking grande tras ellas. En algunas, no se pagaba entrada, así que no hice más gasto que el de unas alitas de pollo rebozadas para cenar en un puesto de comida rápida. No era exactamente mi ambiente, y ese día conducía yo, pero logré aguantar bien nueve horas. Hacia las cuatro de la madrugada regresamos a Zadar, y tuve algún momento de verme en la necesidad de detener el coche porque se me cerraban los ojos. En la emisora local sonó Stairway to heaven, que siempre es especial, pero más cuando conduces de noche por otro país.





MIÉRCOLES 24

El lugar era precioso, pero realmente necesitaba un hospital a pocos metros. No creo que haya menos de 50 turistas accidentados cada verano.

A las siete y media de la tarde debíamos estar en el aeropuerto, así que a la una fuimos a una playa cercana a la ciudadela. Más que playa, era como un muelle con un parque detrás. Hicimos algo de yoga y fui a bañarme. La piedra mojada estaba peligrosamente resbaladiza. Caí al suelo, con suerte de no hacerme daño. Luego, Miquel no tuvo esa suerte. Oí que me llamaba y vi a un hombre sosteniéndole la cabeza ensangrentada. Llegamos hasta el puesto del socorrista, y nos informaron de que lo mejor era ir caminando al hospital, que se encontraba a 100 metros. Cogí las cosas y nos encaminamos hacia allá. Le recibieron en urgencias y ya no supe nada en las siguientes 3 horas. Temía que perdiésemos el avión o que tuviese algo grave. A las cinco apareció con grapas en la cabeza y fuimos a comer a un bar cercano, cara al mar. En la sala de espera quedó, entre otros, una anciana que ya estaba allí cuando llegamos. Da lástima que alguien tenga que pasar tantas horas en una sala de espera, especialmente gente mayor y niños. Me daba algo de vergüenza al pensar que, quizá, los turistas tuviésemos preferencia. Esta gente pasó una guerra hace nada. Han sufrido algo inimaginable para nosotros. Aunque nadie me miró mal ni nada, me sentía un poco el pijo del lugar. Raramente un trabajador croata con un sueldo medio podrá viajar a otro país, actualmente. Creo que son 350 o 400 euros mensuales.

En el avión, volví a tener problemas con los oídos. Un dolor, como si los tímpanos quisieran estallar, que ya me había sucedido 11 años atrás, llegando a Budapest. Entre ambos momentos, he estado en otros 8 aviones sin problema.

Pasadas las doce de la noche conseguimos encontrar la salida del aeropuerto de Barcelona.

No estábamos para conducir hasta casa, y Miquel no podía dormir en cualquier lugar con la cabeza herida. Era muy tarde para encontrar una pensión, o un albergue u hotel. Buscamos en Tarragona y Salou durante un par de horas, y al final pudimos quedarnos en un auténtico cuchitril por 50 euros. No había otra.


The War On Drugs - Under the pressure (Lost in the dream, 2014). 


El JUEVES 25, por la tarde, llegamos a casa.


Antes de un viaje, necesito ver cientos de fotos, leer decenas de páginas de blogs y quizá repasar alguna guía impresa, para decidir cuáles son los lugares imprescindibles, los medianamente importantes, y los prescindibles, contrastando un montón de opiniones. Me encanta planificar los viajes. Miquel funciona al revés. Prefiere decidir el próximo destino en base a las recomendaciones de la gente in situ. Tiende a hablar con todo el mundo, y su norma es ir al lugar que te hayan recomendado “al menos dos personas distintas”. Dice que lo más importante de un viaje no son los lugares, sino la gente y la comida. Ahí diferimos bastante. Pero no llegamos a discutir.

Lo malo de planificar mucho, es que hay demasiadas cosas que ver, y siempre te quedará la comezón de no haber llegado a ir a tal o cual sitio. Nunca un viaje te queda completo y perfecto, aunque, objetivamente, has visto más que si no lo hubieras planificado. ¿Hasta qué punto es mejor no esquematizar, y tomártelo con más calma? El de Croacia y Bosnia es mi viaje más completo. Hubo fiestas, 4 islas, parques naturales con cataratas y lagos, ciudades bonitas, mucha playa… y, sin embargo, sigo recordando como mi mejor viaje el primer tramo del Camino de Santiago, porque es donde mejor lo he pasado.

Aunque a veces no comíamos en bares, sino de lo que comprábamos en supermercados, y no gasté más de 8 euros en souvenires, entre pitos y flautas, aviones, alquiler de coche y bici, ferrys, entrada a murallas, parques naturales, templos, alojamientos, comidas, gasolina, peajes, etc… gasté alrededor de 1.600 euros, mi viaje más caro hasta ahora. Cuesta explicártelo a ti mismo, contando con que son países menos caros que España, pero el caso es que son 12-13 días haciendo mil cosas en plena temporada alta. Y el alojamiento era generalmente más caro de lo que esperaba.

Se nos quedaron lugares por ver. Pensaba haber ido a Pula y Zagreb. Molaría haber visto otras islas como Korkula, Brac (playa de Zlani Rat), Vis, Bisevo (gruta azul), Solta… hacer kayak en Krka, y visitar poblaciones como Makarska, Rovijn, Samobor, Varazdin, Rijeka… Pero bueno, algún día he de ver Eslovenia, que es más peque, y podré acercarme, al menos, al norte de Croacia.




jueves, 20 de octubre de 2016

Minerales, una de mis aficiones adolescentes

Como de costumbre, este blog me sabotea el formato de letra que acompaña las fotos. Intento poner un tamaño intermedio, entre la letra del texto y la letra minúscula, y veo que no hay manera. Se me queda la más pequeña, o la grande.



Como regalo de cumpleaños al cumplir once o doce, me pedí el Mineranova, y quedé fascinado por los minerales. Solía ir de excursión con algunos amigos a buscar cuarzo en la montaña del castillo de Cocentaina, donde abunda la variedad roja llamada jacinto de Compostela, o a buscar varios tipos de minerales, incluido el cuarzo, en una zona un poco más arriba de Turballos, y alguna vez bajamos al río Serpis en busca de sílex, el mineral que usaban los hombres prehistóricos para fabricar sus puntas de flecha o lanza, para cortar carne, o conseguir chispas con las que encender un fuego. Al igual que el cuarzo, está compuesto por oxígeno y silicio, (SiO2) y su dureza es la misma, 7 sobre 10 en la escala de Mohs.

Uno se pregunta por qué, si la composición de tantos minerales distintos es exactamente la misma, cambia su color y su forma. Supongo que se debe a la diferencia de presión y temperatura en que se formaron. El cuarzo de cierto color se ha producido a 500 grados centígrados y el de otro color a 600, 700 u 800. Aproximadamente.


Jacinto de Compostela, o cuarzo rojo. Uno de los minerales más fáciles de encontrar en la Comunidad Valenciana. Aunque los mejor formados suelen ser muy peques. Tengo un montón de menos de 1 cm.

No soy ningún crack de la mineralogía. Me hubiera hecho ilusión encontrar una verdadera punta de flecha prehistórica, en vez de simplemente sílex intacto, y esperaba encontrar alguna pieza de cuarzo grande, espectacular, o cualquiera otra de esos maravillosos dióxidos de silicio, como la ágata, el ónice, el jaspe, u otros minerales hermosos como la pirita, la fluorita, la turmalina, la malaquita, la siderita o el ópalo. Encontrábamos muchas piedrecillas de cuarzo con formas guapas, pero muy pequeñas. En cuanto a fósiles, solo he llegado a encontrar dos, también minúsculos. Mantengo la ilusión de encontrar algún ammonites enorme, y leo que la provincia de Alicante es buena para la búsqueda de fósiles, mucho más que de minerales, pero no he podido enterarme de lugares concretos. En el Teide, iba con un grupo de amigos y ni se me ocurrió ponerme a buscar obsidiana, la piedra preciosa de origen volcánico con cuyo comercio se originó lo que después sería la ruta de la seda.


Pirita. Tengo un par de cubos comprados. Nunca he sido capaz de encontrar un ejemplar. He leído que la mejor mina del mundo está en Navajún (La Rioja) y se puede visitar, previa cita.

Observé que solía encontrar cuarzo en zonas montañosas donde la arena es rojiza, como en Cofrentes, donde fuimos a practicar descenso en kayak, o por esa montaña que sube la carretera yendo de Quesa a Bicorp, antes de tirar por el camino hacia el cañón del río Fraile. También cerca de un pueblo llamado Manuel, donde hacíamos las maniobras de la mili. Mientras algunos hablaban sobre mejores marcas de relojes caros y mejores tipos de fusil, yo me entretenía buscando cuarzo (o jugando con las hormigas y las hojas de pino, si no estábamos en buen lugar para buscar. Esas conversaciones me resultaban insufribles).

Lo mejor es estar entretenido con algo que te guste hacer. Los mejores momentos de la vida. Coger una mochila con algo de comida y bebida, y pasar el día en la naturaleza, buscando algo, es una pasada.

Citrino (cuarzo de color ámbar).

Yo aprecio los minerales por su belleza física. No creo para nada en las propiedades curativas milagrosas que algunos les atribuyen. Que si el cuarzo violeta o amatista está emparentado con el sexto chakra, neutraliza la energía negativa, te limpia la sangre, combate las adicciones, purifica la conciencia, aclara la mente, favorece la intuición…, o el cuarzo rosa te cura las heridas del corazón, o el citrino es la piedra del tercer chakra, y va bien para los negocios y las relaciones. El cuarzo ahumado te cura afecciones de estómago, colon y recto, te equilibra la energía sexual, disipa bloqueos subconscientes, potencia tus mejores capacidades, aumenta la fertilidad, alivia la depresión, canaliza la intuición, limpia el aura, elimina el insomnio y la fatiga mental, y está conectado con el chakra raíz, entre otras propiedades…


Amatista (cuarzo violeta).

Quizá debería creer en estas cosas, porque suena bonito, porque la ficción da calidad a la vida, todo lo que sea mitológico y nos hable de seres mágicos, mientras no domine nuestras vidas, es agradable. Una religión es mala cuando manda sobre una sociedad. Pero cuando pierde esa influencia queda como una colección de cuentos que suman enormemente en el acervo cultural. Qué mejor ejemplo que la exuberante mitología grecorromana. En su día fue castradora para el avance de la ciencia. Ahora es un estímulo para el arte y la imaginación, desde hace siglos. Cuántas bellísimas obras literarias, pictóricas o escultóricas, y demás, se basan en sus historias. Con el catolicismo y el islam, sucederá igual. Cuando pierdan su amenazante poder, quedarán reducidas a conjuntos de relatos bonitos e inspiradores, que sumarán en la sociedad sin restar nada a cambio.


Psique reanimada por el beso del amor (de Eros/Cupido). Escultura realizada en 1793 por Antonio Canova. Es lo que más me chocó en el Louvre (París), en 2004. Me quedé media hora rondándola, para desespero de mi hermana. Me encantaba leer esa fábula. Hay otra copia de la misma estatua en el Hermitage de San Petersburgo, no sé si del mismo tamaño.

Pienso que la belleza es subjetiva. Los humanos vemos hermosas ciertas piedras, y tendemos a creer que esas piedras hermosas pueden ser curativas. No diremos lo mismo de cualquier pedrusco. ¿Por qué no atribuirle propiedades curativas al cuerpo de una modelo u actriz? Quizá me recupere instantáneamente de un constipado si me acuesto con Adèle Exarchopoulos. Contactar con el cuerpo de Kate Beckinsale podría purificar mi conciencia, o combatir células cancerígenas, y coitear con Marion Cotillard nueve veces por semana eliminaría mi insomnio y mi fatiga mental. Seguro.


Adèle Exarchopoulos. No dudo de que sus propiedades terapéuticas dejen al cuarzo ahumado a la altura del betún.

No obstante, otra razón para creer es la oportunidad de aprovechar el poder de la sugestión. La mente es capaz de esfuerzos que posiblemente nos parezcan demasiado grandes, y logros que quizá no confiemos en llegar a alcanzar. Si la creencia en un poder mágico que te ayude puede empujarte hacia un mayor esfuerzo en pos de un objetivo ilusionante, si tener a tu lado un buen cristal de cuarzo ahumado de 10 cm, y acariciarlo de vez en cuando, te va a hacer creer en tus posibilidades de terminar ciertos estudios, ¿Por qué no creer? Aunque en el fondo no creas, déjate llevar por la belleza de la ensoñación…

De cualquier manera, sé que nunca podré evitar el ponerme en plan escéptico cuando alguien me habla totalmente convencido de las propiedades curativas de una piedra. 

miércoles, 7 de septiembre de 2016

Chulería en carretera


Pintura hiperrealista de Gregory Thielker.

Lo que más rabia me da es la chulería y falta de empatía. De tanta gente que actúa como si se creyese más importante y con más derechos que el resto.

Donde más habitualmente noto esa chulería es en la carretera. Por ejemplo, cuando trato de incorporarme a una vía de dos carriles por sentido, y el que viene por el carril derecho no me facilita la incorporación, pudiendo perfectamente meterse en el otro carril.

1.- Algo que suelen hacer muchos ciclistas en mi pueblo es, cuando llegan a una fila de coches detenidos ante un semáforo, adelantarlos a todos, y luego ir los primeros por el resto de la travesía, obligando a todos los coches a ir a su velocidad, más lenta. Cuando me toca, procuro salirme por la próxima calle, aunque tenga que dar un rodeo importante, porque no soporto la rabia de tener que seguir a ciclistas por medio pueblo.

2.- En cierta ocasión, yo estaba parado ante un semáforo rojo, con cuatro o cinco coches detrás de mí. El último de esos coches arrancó, nos adelantó a todos por el carril de sentido contrario (que estaba en verde para los que venían), y se quedó cruzado delante de mí, justo bajo el semáforo. Era un mercedes enorme, conducido por una mujer de unos cuarenta - cincuenta años.


Scatterbrain (Jeff Beck, 1975)

3.- Una vez, en el centro del pueblo, el conductor de un coche se detuvo en mitad del carril para hablar con un amigo suyo, que se acercó y quedó tranquilamente de pie junto a la ventana del conductor, sobre la raya continua del centro de la calle. Los coches que llegaban por detrás se veían obligados a parar y esperar que no viniese nadie de cara para adelantarles. Uno de ellos le pitó, y entonces el tío que estaba de pie se giró y le amenazó con palabras tipo ”A ver si te meto, imbécil”. Lo presencié caminando desde la otra acera.

4.- Hace diez años trabajaba en Onteniente y me ponía a las 7 de la mañana. La curva de la autovía, al pasar junto a Albaida, estaba mal trazada. Se reducía repentinamente a un carril, bordeado por conos verdes, en plena salida de la curva. Una madrugada lluviosa, todavía completamente de noche, el coche que iba delante de mí paró justo a la entrada del carril único, obligándome a parar tras él. El conductor, moro, bajó y me preguntó por dónde se iba a Albaida. Por agilizar el proceso, por puro miedo a que llegase alguien follado y se estrellase contra mí, no le recriminé la acción. Directamente le informé de que se había pasado la salida para Albaida. Entonces subió a su coche, retrocedió un poco, giró y se fue por el carril de sentido contrario. Tuve suerte de que no viniese ningún otro coche en esos minutos, porque la mala visibilidad de la curva, de noche y con lluvia, podía haber provocado un accidente muy grave.

Es el único caso, de los que comentaré aquí, cuyo móvil no me parece la chulería personal, sino la costumbre exótica, el que ese hombre viera completamente normal lo que estaba haciendo, porque, muy probablemente, en su país de procedencia se conduce así. Pero es chulería inducida por la costumbre, por su sociedad. Me obliga a detenerme en un lugar muy peligroso.

5.- Otro día, hace dos o tres años, salí de casa con prisas, casi a las siete de la tarde, con el tiempo bastante justo para llegar al trabajo. Debajo de casa hay un supermercado, y justo en ese momento salía la mujer de un conocido, que se juntaba a veces con nosotros durante nuestra adolescencia, allá por 1996. Se puso a contarme que su marido estaba aburrido, que no quedaba con nadie, exigiéndome que le llamáramos para quedar porque “sois sus amigos”. Hablándome con mala leche, como si le debiese algo. Le dije que sí, como a los locos, para deshacerme de ella rápido, y corrí hasta la cochera. Ya me había hecho perder varios minutos con sus recriminaciones.

Al llegar casi al semáforo del centro de mi pueblo, había un coche mal aparcado, en medio del carril derecho, por donde debía seguir para ir recto. Para rebasarle, me obligaba a pasar al carril central, destinado a los que giran a la izquierda. En el momento en que le estoy rebasando, la mujer musulmana que lo conduce va y arranca, lo cual me obliga a parar en el carril central mientras ella avanza. Al estar en rojo nuestro semáforo y haber poco espacio para volver a mi carril, me quedo cruzado entre los dos carriles, queriendo meterme tras el coche de la mujer musulmana. Cuando el semáforo se pone verde para el carril por donde quiero ir, arranco, y un motorista que viene a toda leche frena bruscamente y se me pone a pitar y gritar, insultándome, como si fuese culpa mía.

En ese momento, estuve tentado de salir y liarme a hostias con él sin mediar palabra. No lo hice porque no soy fuerte, y supongo que hubiera salido perdiendo. Pero si llego a llevar un bate de béisbol, hubiese salido del coche con él, y le hubiese pegado, sin decir nada, porque era imposible razonar. Era imposible explicar claramente, con palabras, todo lo sucedido en esos segundos, y entre los tres (la mujer del conocido, la conductora musulmana y el motorista) me habían hecho acumular demasiada tensión y necesitaba explotar, de alguna manera. Y el tipo seguía insultándome.



lunes, 5 de septiembre de 2016

Croacia -Bosnia (del 13 al 24 de agosto, 2016) - Parte 1





Já sei namorar, de Tribalistas (2002), una de las doscientas canciones que llevaba en el coche.

La idea era recorrer Croacia de parte a parte, mas la parte de Bosnia que llega hasta Mostar, cogiendo un coche de alquiler en el primer aeropuerto y devolviéndolo en el segundo. Buscamos los vuelos con un mes de antelación, y los más baratos que encontramos fueron Barcelona - Dubrovnik para el día 13 y Zadar - Barcelona para el 24. Zadar está a la mitad del país, pero resultó perfecto, porque tampoco daba tiempo para ir de punta a punta, y creo que la mitad sur es más interesante, subiendo hasta Plitvice, que es impepinable. Mi idea era llegar a ver también Pula y Zagreb, pero no pudo ser.


SÁBADO 13

Íbamos a ser tres, aunque al final Rafa no pudo venir.

Salimos de Muro hacia las 10 y media de la mañana, comimos aproximadamente a las 15 en un pueblo catalán, sin desviarnos mucho de la autopista, y llegamos al aeropuerto de Barcelona, donde gente de uno de los parkings recogió nuestro coche. El vuelo debía salir a las 19:40 y llegar a Dubrovnik hacia las 21:50, pero se retrasó unos 20 minutos.

Al llegar tuvimos un problema para recoger el coche de alquiler. Lo habíamos reservado por un intermediario, Happycar, debido a lo cual la empresa Oryx nos exigía un depósito de unos 600 euros, por no tener contratado su seguro, sino el del intermediario. Tampoco servía mi tarjeta de prepago en la cual habíamos puesto los casi 500 euros del alquiler. Yo no llevaba tarjeta, tan solo dinero en efectivo, y la tarjeta de Miquel tenía un límite de 600 euros, y no eran horas para llamar al banco y ampliarlo. También resultó que costaba otros 50 euros la “Green card” necesaria para introducir el coche en Bosnia. Tras más de media hora negociándolo, Miquel logró que le permitiesen usar dos tarjetas distintas, la propia y la del trabajo.

Así que, la próxima vez, nada de Happycar. Contrataremos directamente con la empresa local.

Llegaríamos al albergue hacia las once y media. Estaba situado a unos 3 o 4 km de la ciudadela, al final de un bonito lago que llega al mar bordeando la montaña.


Junto a las últimas palmeras de esta fila estaba el albergue. Más o menos a la otra parte de esa montaña, pero hacia mi derecha tal como estoy tomando la foto, está Dubrovnik.




Otra de las canciones que llevaba en el pendrive para el coche era Like a child again (The Mission UK, 1992), una canción extraña, de un romanticismo alegre y enérgico, poesía positiva. 


DOMINGO 14

Llegando al embarcadero de Lokrum. Ese agua tan limpia y cristalina es característica de toda la costa dálmata, debido a un menor nivel de contaminación que en otras zonas del Mediterráneo, y a que casi toda la costa dálmata es de piedra. Apenas vimos playas de arena.

Al levantarnos, cogimos el autobús para ir a la ciudadela, que estuvimos explorando un par de horas antes de tomar el barco a la isla más cercana, Lokrum. No aparecía en guías ni blogs, pero nos la habían recomendado ya un par de personas en un rato de estar por allí. Fue la mejor decisión del viaje. Pasas las horas centrales del día en la isla, te bañas, y vuelves para recorrer la muralla al atardecer, cuando ya no haga tanto calor. También fue buena idea coger sidras Strongbow o Somersby en el Konzum de la plaza central, antes de ir a la isla.

Parte del monasterio benedictino (supongo) de Lokrum, fundado en el año 1023.

En el barco, conocimos a un simpático grupo de chicas, con las cuales pasamos el resto del día. Una irlandesa, una pakistaní, una italiana y una barcelonesa.

Colgaría 15 o 20 fotos de Lokrum. He de volver algún día.

Lokrum es ideal. Pequeña, hermosa, con buenos lugares para tomar el baño, un monasterio benedictino de hace unos mil años, un pequeño lago de agua salada a lo “mar muerto”, llamado Mrtvo more (no lo supe entonces, y no llegamos a bañarnos en él), pavos reales que se subían por los árboles, y gran variedad floral. El archiduque que compró la isla en 1859 la convirtió en un jardín botánico con especies de árboles y plantas de todo el mundo.

Nuestro primer baño croata.

En cierto modo, Dubrovnik y Lokrum constituyen una “Croacia en miniatura”. Está todo lo típico del país: espacios verdísimos junto a playas de roca y aguas limpias, de una transparencia inimaginable para los españoles, y ciudad de piedra. Mi consejo es: si se dispone de un solo día, vale la pena coger bebidas del Konzum, ir pronto a la isla y pasar allí el día, recorrer las murallas de la ciudad al atardecer, y ver el resto de la ciudad de noche.

Ahí abajo se ve la parte de la isla donde nos habíamos bañado nada más llegar. Y un poco más al fondo está el "mar muerto", el minúsculo lago salado.

Nos bañamos en una “playa” de roca, y ascendimos a la parte alta de la isla, que se recorre en poco tiempo.

Vista de Dubrovnik desde Lokrum.

Regresando al puerto de Dubrovnik.

Al volver a Dubrovnik, subimos a la muralla, y pasamos un par de horas caminando por ella. Se nos hizo de noche y fuimos los últimos en bajar antes de que cerrasen, debido a que nos habíamos detenido a descansar, beber sidra y birra, charlar y observar el paisaje con puesta de sol, durante una hora, en un rincón que daba al mar, con Jennifer y Samira, con la brisa y una gran bandada de oscuros vencejos que revoloteaban a bastante altura sobre nosotros, enmarcando el paso de un avión lejano, pequeñísimo en el mismo cénit. Fue uno de mis momentos mágicos del viaje.

Fuimos los últimos en abandonar, completamente de noche, las murallas, cuyo encargado cerró tras nosotros.

La esquina de la muralla donde nos detuvimos a descansar y ver la puesta de sol. La canción que añadiría para definir un momento así es Sheherajazz de Jazz Hip Trio (1967), que es muy chill out, pero ya no está el vídeo en Youtube. 

Luego estuvimos sentados en las escaleras de la catedral, cerca de un guitarrista bastante virtuoso que interpretaba, entre otras, el primer movimiento de la sonata Claro de luna, de Beethoven; El adagio del Concierto de Aranjuez, de Rodrigo; Asturias, de Albéniz; creo que también tocó Río ancho, de Paco de Lucía, y no recuerdo qué más. Para no deshacer el hechizo de ese día maravilloso.

Asturias (Leyenda), compuesta hacia 1890 por el español Isaac Albéniz.

Cenamos algo barato y paseamos por la ciudad hasta la una o una y media.


LUNES 15

Fuimos a Ston y buscamos alojamiento. Luego nos dirigimos hacia Prapratno para coger el ferry hacia la isla de Mljet, desembarcando en Sobra. Desde allí, hay de media hora a tres cuartos en coche hasta Polace, donde experimentamos por vez primera lo complicado que es encontrar aparcamiento en la costa dálmata. Los pueblos no están preparados para el turismo de coche. Son calles estrechas entre el monte y el mar, y el poco espacio disponible es privado.

Una vez allí, nos arrepentimos de haber reservado alojamiento en Ston, porque hubiera molado quedarse una noche para ver mejor la isla.

Bañándome en el lago grande del parque natural de Mljet. No me extraña que la leyenda sitúe en esta isla los siete años de romance entre Ulises y la ninfa Calipso, aunque casi cualquiera de las islas entre Split y Dubrovnik sería igualmente válida. Son espectaculares.

Disponiendo únicamente de tres horas hasta la partida del ferry de regreso, alquilamos bicis (no se podía entrar en coche al parque natural de los lagos), subimos y bajamos la montañita, nos bañamos en el lago grande, subimos al barquito para visitar la isla del lago (una isla dentro de otra isla), volvimos pedaleando, y regresamos a Sobra con el tiempo casi justo para embarcar. Fue un poco de locos. Llevábamos un montón de años sin tocar una bici.

Holographic universe, de Thievery Corporation (2005), uno de los temas que sonaban en el coche mientras esperábamos a salir del ferry.

Regresando a Prapratno en el ferry de las 19:00, el último del día, desde Mljet. Lo que se ve es el continente. Costa verdísima, virgen, lo contrario que en la costa valenciana, tan similar en clima y ecosistemas, pero tan sobreexplotada urbanísticamente. Lo que ves por las zonas de Moraira/Benitatxell (donde por cierto otro pirómano ha ocasionado un nuevo desastre estos días) o Calpe/Altea, por poner solo dos ejemplos, es terrible. 








MARTES 16

Muralla y salinas de Ston.

Al despertar decidí subir por la muralla de Ston. Miquel prefirió quedarse almorzando y dijo que prefería esperarme abajo, pero un rato más tarde, mientras almorzaba en la parte alta, lo vi llegar. Seguimos por la muralla hasta Mali Ston, el pueblo del otro costado de la montaña, y volvimos a Ston por un camino junto a la carretera.

Kravice, ya en Bosnia.

A media mañana partimos hacia Bosnia. Nos costó un poco encontrar las Kravice waterfalls, donde la entrada cuesta menos de 3 euros. Bosnia es bastante más barata. Un euro son dos marcos bosnios, y más o menos los precios siguen esa escala. Comes bien por la mitad que en España, mientras que Croacia es más turística y sus precios están casi al nivel de los nuestros, aunque un euro se cambia a entre 7'1 -7'4 kunas, aproximadamente. Lo que más nos encareció el viaje, respecto a nuestra previsión, fue el alojamiento.


Yo había decidido ir a Kravice porque amigos que estuvieron en Croacia me desaconsejaban Krka debido a que estaba muy lleno de gente. En Kravice también había mucha peña, no sé si tanta como en Krka, pero no me pareció algo excesivo ni molesto. Lo encontré bonito, barato, y comimos satisfactoriamente. Eso sí, el agua, muy fría.

Por la parte vieja de Mostar, muy cerca del garito heavy. Un español que conocimos cenando comentaba que esto era como "Potes medio árabe", y tenía razón. Una zona muy rústica con minaretes asomando entre las casas, y el bazar callejero por los alrededores del Stari Most.

Por la tarde nos dirigimos hacia Mostar. Encontramos alojamiento en una casa particular habilitada, por 15 euros cada uno. El menos caro de todo el viaje. Pienso que, de haber reservado los alojamientos con antelación, hubiésemos encontrado mejores precios, pero queríamos tener la libertad de decidir in situ adónde nos dirigiríamos cada día.

Por la mañana del miércoles, pudimos presenciar cómo algunos hombres saltaban al río desde el Stari Most, una manera tradicional de ganarse algunas monedas.

Cenamos en el magnífico y barato Sadrvan, a pocos metros del icónico puente Stari Most, y nos metimos en un pub heavy que era lo único medianamente animado ese martes. Todo el rato se iban alternando canciones de la primera época de Black Sabbath y de su primer cantante, Ozzy Osbourne. Por mí bien, pero Miquel no es nada heavy, y las pocas chicas que había estaban emparejadas, así que tras un par de sidras nos fuimos. Dimos algunas vueltas por el centro, y volvimos a casa.


MIÉRCOLES 17



Killing an arab (The Cure, 1978), es otra de las canciones que llevaba en el pendrive para el coche. Inspirada en la novela de Albert Camus El extranjero (1942).


El emblemático puente Stari Most visto desde el minarete de la mezquita Koski Mehmed Pasha.

Pasamos la mañana por Mostar, subimos al minarete de una de las mezquitas (Koski Mehmed Pasha) para encontrar una fantástica panorámica, y estuvimos explorando el bazar.

Pocitelj.

Abandonamos Mostar y comimos en un bar de carretera a la entrada de Pocitelj, un pueblo pintoresco.


Pocitelj parece estar medio abandonado. Se lo ve muy descuidado. Pero el trazado rústico de sus callejuelas le confiere la posibilidad, el potencial para igualar en belleza a los pueblos más pintorescos de España, como Pasai Donibane, Altea, Cadaqués, Comillas, Combarro, Guadalest, Potes, Tossa de Mar… si la zona fuera más próspera y pudiesen vivir allí, acometer reformas en los hogares, abrir tiendas y restaurantes… Comimos en el único restaurante que vi, entre la carretera y el río, y encontré tenderetes en la plaza mayor y algunas callecitas, donde los vecinos vendían los productos típicos de la artesanía local. Pero no parecía haber mucha gente. Antes de la guerra debe haber tenido mucha más vida que ahora. Ahora Bosnia es muy pobre. Pero Pocitelj está a pocas decenas de km del mar, y comparte el clima mediterráneo. Es todo de piedra. ¿Cómo es posible que las fluctuaciones de la economía mundial se lleven por delante pueblos así?

Ya era de noche cuando subimos al ferry en Drvenik (Croacia) para llegar a Sucuraj, en la isla de Hvar. Tras más de una hora de carretera con tramos angostos y elevados, sin protección lateral, muy peligrosos en caso de haber encontrado tráfico, llegamos a Hvar Town y empezamos a buscar alojamiento, hacia las 22:30. Nos costó un buen rato encontrar algo. Yo me veía pasando la noche en la calle. Por suerte, encontramos un apartamento muy bueno por 35 euros cada uno. Muy bien para ser la zona más cara de Croacia y en pleno agosto, que está a rebosar.

Zona del puerto de Hvar Town.

Salimos un rato de fiesta, y nos decepcionó el hecho de que los pubs normales cerrasen a las 02:00. Quedaban locales más pijos en el puerto, fuera de nuestro presupuesto, o ir en barco al festival que se celebraba en la playa de una isla cercana, pero la gente que regresaba de allí nos lo desaconsejaba.





JUEVES 18



Por la mañana, encontramos alojamiento en el albergue Luka’s Lodge. Tampoco era barato, pero al menos tenías algo de ambientillo y servicio de lavandería, que nuestra ropa ya lo necesitaba. Yo había llevado una pastilla de jabón vegetal, pero el problema era dónde tender la ropa, y que no parábamos quietos en un lugar.

Con Jelena, yendo hacia una playa probablemente no muy conocida por los turistas, por Zarace.


Jelena, la simpática encargada del albergue, nos recomendó una playa cercana, no recuerdo el nombre, quizá era la de Stari, adonde fuimos por la mañana. Y por la tarde, en sus horas libres, vino con nosotros en el coche y nos guió hasta una playa más lejana, en Zarace, a unos 10 km. En el mapa de Google no aparece el nombre, pero pone Villa Kate.

Junto al castillo de Hvar Town.

Jelena se reincorporaba al trabajo a las 18:00. Nos recomendó subir al castillo e ir de fiesta al Hula Hula, en el extremo oeste de la ciudad, junto al mar. Corrimos cuesta arriba, porque se nos ocultaba el sol, disfrutamos de una buena panorámica de la ciudad y las islas cercanas, y bajamos para ver el Hula Hula. Nos pareció impresionante el ambiente de ese lugar, una especie de chiringuito enorme, con un montón de tumbonas cara al mar, sobre las rocas, y muchísima gente bebiendo y bailando.. Yo no estaba cómodo entre tanta gente, con la mochila a la espalda y bastante sudado. Miquel prefería quedarse, pero yo quería irme al albergue, cambiarme y volver.

Y una pequeña parte del chiringuito Hula Hula. Hay que volver algún día por la tarde, después de comer, que cierran a las 23:00.

Nos fuimos, y una vez en el albergue, cenando, nos enteramos de que el Hula Hula cerraba a las 23:00. Nos quedamos bebiendo con la gente, una veintena de personas, y les acompañamos a los pubs del pueblo, como la noche anterior, hasta las dos. Tenemos claro que, si algún día volvemos a Hvar, pasaremos, al menos, una tarde de fiesta en el Hula Hula.

………………………………


Como el post ya es muy largo y estamos en la mitad del viaje, continuará en otra entrada. Concretamente, aquí.