Morcheeba - The sea (Big calm, 1998), qué gran disco.
Stari Grad.
VIERNES
19
Decidimos
ir directo a Split desde Hvar, embarcando en Stari Grad. Me parece que el ferry
salía a las 11:00. Creo que llegamos al puerto hacia las 10 y media, y nos
enteramos de que la cola para embarcar ese día era “algo nunca visto”. Pero también
nos advirtieron que sería peor ir a la otra parte de la isla, Sucuraj, porque
la situación allí era igual o peor. Así que cambié moneda en el casino para
comprar el ticket del ferry y esperamos parados en la carretera, a ver si
cabíamos en el de las 14:00. No pudo ser, pero ya pudimos dejar el coche
haciendo cola dentro del recinto del puerto e irnos a comer al pueblo, del cual
nos separaba un bonito paseo de 1 km junto al mar, donde me hubiera gustado
incluso disponer de más tiempo para darme un chapuzón. Nuestro ferry sería el
de las 17:00.
El camino entre Stari Grad y el puerto.
Creo
que el trayecto del ferry fueron unas 2 horas y media, aunque ya no lo recuerdo
exactamente. Saliendo de Hvar, durante un rato tuvimos la isla a ambos lados, y
el paisaje era espectacular.
Por
internet, encontramos sitio en el Hostel Adria, en Bajnice. Estaba a 12 km al
sureste de Split, pero tenía muy buena pinta, encarado al mar.
Split. Dentro del palacio de Diocleciano.
Al
desembarcar en Split, fuimos directos al albergue, luego a comprar algo en el
supermercado para cenar, y finalmente a ver, de noche, la zona del palacio de
Diocleciano, emperador romano de origen dálmata, que lo hizo construir para
retirarse allí tras abdicar, a partir del año 305.
Había
fiesta cerca, un escenario en una plaza fuera del palacio y, al terminar, hacia
las 2 de la madrugada, nos encaminamos hacia los pubs de la playa, donde
estuvimos hasta casi las 4.
SÁBADO
20
Hostel Adria.
Por
la mañana quise ir hasta la playa de Brela, que nos quedaba unos 20 km al sur,
pero no conseguimos llegar debido a un atasco, así que regresamos para comer y
bañarnos en el albergue, y fue magnífico (a las fotos me remito). Web del hostel
El albergue
está dividido en dos casas, una a cada lado de la carretera. Dormíamos en la
que daba a la falda de la montaña, pero la zona social, donde cocinar y comer,
estaba en la otra. La terraza daba al embarcadero. Un lugar espectacular.
Estuvimos charlando con gente de Canadá, Dinamarca, Australia, Holanda e
Inglaterra, y hacia las tres de la tarde decidimos irnos a Split.
Pasamos
la tarde viendo el palacio de Diocleciano. Hay un mercado subterráneo en el
sótano, catacumbas o como se llame ese espacio, muy bonito.
En día y medio no
supimos encontrar tiempo para visitar la galería del escultor Iván Mestrovic,
que valdría la pena, seguro. También llegamos demasiado tarde para entrar a la
catedral y subir a la torre del campanario. Tenía la sensación de que se me
iban quedando cosas importantes por hacer, aunque no parábamos, y no iba a dar
tiempo a recorrer, ni mucho menos, toda la costa del país.
Tras
cenar y dar algunas vueltas más por el enorme palacio, salimos a la plaza
cercana donde volvía a haber fiesta. La noche anterior sonaba música
electrónica y ahora ritmos latinos. Salsa y cosas así. Coincidimos por allí con
la gente que habíamos conocido en el albergue, un grupo de unos 15, compramos
bebidas, y pasamos las siguientes horas allí hasta que terminó la fiesta, hacia
las 2. Entonces cogimos el autobús para regresar al albergue, aunque nadie
recordaba el nombre de Bajnice, para decirle al conductor a dónde íbamos. Al
llegar, me quedé media hora charlando a la entrada del albergue con uno de los
canadienses, mientras algunos iban a darse un baño al mar, que a esas horas
debía estar bastante fresco. Pero siempre es bonito nadar algo borracho de noche.
Sayag jazz Machine - Ali goes on! (Anachromic, 2004)
DOMINGO
21
Trogir.
Me
supo a poco tiempo el disponible en Split. Hubiera venido bien permanecer allí un
día más, pero aún quedaba mucho por recorrer. Tocaba cambiar de lugar. Comimos
en Trogir, otro hermoso pueblo de mármol blanco.
Trogir.
Luego paramos a bañarnos en la
playa del camping de Primosten, demasiado familiar para mi gusto. Realizamos
una visita rápida a Sibenik, donde quizá estuvimos menos de una hora, llegando
a subir hasta el jardincillo botánico. Y hacia las diez de la noche llegábamos
a Zadar, donde acabaríamos pasando las tres últimas noches. Buscamos albergue y
luego visitamos la ciudadela. Había mucha música por las calles. Me pareció la
ciudad con mejor ambientillo del viaje, aunque las más bonitas fueron Mostar y
Dubrovnik.
Sibenik.
Delorean - Deli (Ayrton Senna, 2009). Aunque no lo parezca en absoluto, es un grupo español.
Entrando en el parque natural de Plitvice.
LUNES
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De
buena mañana salimos hacia Plitvice, donde pasamos el día. Nuestro fallo fue no
haber cargado apenas comida. El parque natural es enoooorme. Muchos lagos e
infinidad de saltos de agua, y las rutas marcadas en los mapas no quedan muy
descifrables. Hacia la mitad del recorrido hay puestos de comida, pero lo
pensamos cuando llevábamos media hora haciendo cola para el barco que te lleva
a la otra parte del lago. Creo que la excursión nos llevó unas siete horas,
arribando ya de noche y muertos de hambre a un excelente restaurante situado a
la entrada del inmenso aparcamiento.
Me
ha costado seleccionar únicamente 14 fotos de Plitvice. El agua tiene un color espesiá, toda la gama de azules va
presentándose, a lo largo del día, con los cambios de luminosidad y profundidad,
y toda esa masa boscosa, troncos cargados de musgo entre un suelo de hojas
coloradas, prácticamente me sacó la espina de no haber podido visitar todavía, algún
otoño, Gorbeia o la selva de Irati. Caminas muchísimo sobre pasarelas de madera
entre pequeños lagos, rondando cataratas.
Mi yo preferido, el del modo viaje.
Fue
el único día que salió nublado.
A
diferencia de Kravice y Krka, en Plitvice no es posible bañarse, pero es mucho
más espectacular que aquéllos otros lugares. Es lo más imprescindible de
Croacia. El mayor conjunto de lagos y cascadas de Europa.
Por
la noche, algo cansados, dimos una vuelta por Zadar, porque estaba empeñado en
ver/escuchar el “órgano del mar”. Una serie de orificios en la piedra del
muelle por donde se infiltra y suena el aire impulsado por las olas. Resulta curioso y algo repetitivo.
A pocos metros, un gran círculo en el suelo emite luces de colores cambiantes
que van formando distintos dibujos de un modo aparentemente aleatorio. Me hubiera gustado ver
allí una puesta de sol, pero no pudo ser.
K's Choice - Not an addict (Paradise in me, 1995), una canción que yo tenía injustamente olvidada, y Miquel llevaba en su playlist para el coche.
MARTES
23
Zadar desde el campanario. Eso de delante es la iglesia prerrománica.
Por
la mañana estuvimos visitando la ciudadela de Zadar. Subí a la torre del
campanario, desde donde me encantaron las vistas, y entré en la iglesia prerrománica
del siglo IX. Grandilla, algo vacía, pero siempre reviste cierta emoción entrar en
un edificio tan antiguo. Le tengo unas ganas inmensas a Santa Sofía, de
Estambul.
Zadar.
Luego
fuimos a ver las playas de Nin, donde había mucha gente practicando kitesurf,
y decidimos ir a la isla de Pag, unida al continente por un puente corto.
Pag.
En una de las discotecas de Zrce Beach.
Miquel
había oído algo de un festival de música electrónica en la playa. Comimos en la
isla y buscamos la Zrce Beach. Era el Sonus Festival. Dijo Miquel que esto sí
que era “rollo Ibiza”. Había un montón de discotecas junto al mar, y un parking
grande tras ellas. En algunas, no se pagaba entrada, así que no hice más gasto
que el de unas alitas de pollo rebozadas para cenar en un puesto de comida
rápida. No era exactamente mi ambiente, y ese día conducía yo, pero logré
aguantar bien nueve horas. Hacia las cuatro de la madrugada regresamos a Zadar,
y tuve algún momento de verme en la necesidad de detener el coche porque se me cerraban los
ojos. En la emisora local sonó Stairway to heaven, que siempre es especial,
pero más cuando conduces de noche por otro país.
MIÉRCOLES
24
El lugar era precioso, pero realmente necesitaba un hospital a pocos metros. No creo que haya menos de 50 turistas accidentados cada verano.
A
las siete y media de la tarde debíamos estar en el aeropuerto, así que a la una
fuimos a una playa cercana a la ciudadela. Más que playa, era como un muelle
con un parque detrás. Hicimos algo de yoga y fui a bañarme. La piedra mojada estaba
peligrosamente resbaladiza. Caí al suelo, con suerte de no hacerme daño. Luego,
Miquel no tuvo esa suerte. Oí que me llamaba y vi a un hombre sosteniéndole la
cabeza ensangrentada. Llegamos hasta el puesto del socorrista, y nos informaron
de que lo mejor era ir caminando al hospital, que se encontraba a 100 metros.
Cogí las cosas y nos encaminamos hacia allá. Le recibieron en urgencias y ya no
supe nada en las siguientes 3 horas. Temía que perdiésemos el avión o que
tuviese algo grave. A las cinco apareció con grapas en la cabeza y fuimos a
comer a un bar cercano, cara al mar. En la sala de espera quedó, entre otros,
una anciana que ya estaba allí cuando llegamos. Da lástima que alguien tenga que pasar tantas horas en una sala de espera, especialmente gente mayor y niños. Me daba algo de vergüenza al pensar que, quizá, los turistas tuviésemos preferencia. Esta gente pasó una guerra hace nada. Han sufrido algo inimaginable para nosotros. Aunque nadie me miró mal ni nada, me sentía un poco el pijo del lugar. Raramente un trabajador croata con un sueldo medio podrá viajar a otro país, actualmente. Creo que son 350 o 400 euros mensuales.
En
el avión, volví a tener problemas con los oídos. Un dolor, como si los tímpanos
quisieran estallar, que ya me había sucedido 11 años atrás, llegando a
Budapest. Entre ambos momentos, he estado en otros 8 aviones sin problema.
Pasadas
las doce de la noche conseguimos encontrar la salida del aeropuerto de
Barcelona.
No
estábamos para conducir hasta casa, y Miquel no podía dormir en cualquier lugar
con la cabeza herida. Era muy tarde para encontrar una pensión, o un albergue u
hotel. Buscamos en Tarragona y Salou durante un par de horas, y al final
pudimos quedarnos en un auténtico cuchitril por 50 euros. No había otra.
The War On Drugs - Under the pressure (Lost in the dream, 2014).
El
JUEVES 25, por la tarde, llegamos a casa.
Antes
de un viaje, necesito ver cientos de fotos, leer decenas de páginas de blogs y quizá repasar alguna guía impresa, para decidir cuáles son los lugares imprescindibles,
los medianamente importantes, y los prescindibles, contrastando un montón de
opiniones. Me encanta planificar los viajes. Miquel funciona al revés. Prefiere
decidir el próximo destino en base a las recomendaciones de la gente in situ.
Tiende a hablar con todo el mundo, y su norma es ir al lugar que te hayan
recomendado “al menos dos personas distintas”. Dice que lo más importante de un
viaje no son los lugares, sino la gente y la comida. Ahí diferimos bastante.
Pero no llegamos a discutir.
Lo
malo de planificar mucho, es que hay demasiadas cosas que ver, y siempre te
quedará la comezón de no haber llegado a ir a tal o cual sitio. Nunca un viaje
te queda completo y perfecto, aunque, objetivamente, has visto más que si no lo
hubieras planificado. ¿Hasta qué punto es mejor no esquematizar, y tomártelo
con más calma? El de Croacia y Bosnia es mi viaje más completo. Hubo fiestas, 4
islas, parques naturales con cataratas y lagos, ciudades bonitas, mucha playa…
y, sin embargo, sigo recordando como mi mejor viaje el primer tramo del Camino
de Santiago, porque es donde mejor lo he pasado.
Aunque
a veces no comíamos en bares, sino de lo que comprábamos en supermercados, y no
gasté más de 8 euros en souvenires, entre pitos y flautas, aviones, alquiler de
coche y bici, ferrys, entrada a murallas, parques naturales, templos,
alojamientos, comidas, gasolina, peajes, etc… gasté alrededor de 1.600 euros, mi viaje más caro
hasta ahora. Cuesta explicártelo a ti mismo, contando con que son países menos
caros que España, pero el caso es que son 12-13 días haciendo mil cosas en plena
temporada alta. Y el alojamiento era generalmente más caro de lo que esperaba.
Se
nos quedaron lugares por ver. Pensaba haber ido a Pula y Zagreb. Molaría haber
visto otras islas como Korkula, Brac (playa de Zlani Rat), Vis, Bisevo (gruta
azul), Solta… hacer kayak en Krka, y visitar poblaciones como Makarska, Rovijn,
Samobor, Varazdin, Rijeka… Pero bueno, algún día he de ver Eslovenia, que es
más peque, y podré acercarme, al menos, al norte de Croacia.
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