martes, 10 de noviembre de 2015

Descanso



Hay épocas en que dejo de intentar elaborar comentarios que no me nacen. Lo veo como un descanso.

El problema es que hay que ser sociable, y quieres serlo como todo el mundo. Necesitas ser capaz de generar respuestas ingeniosas, irónicas, que hagan reír o sonreír, y que expresen clara y elegantemente lo que sientes, sin sonar demasiado radical.

Hoy ha tocado simulacro de incendio durante la clase de inglés. Fuera de la escuela, la situación pedía bromear. Algunas chicas me miraban, ofreciéndome ocasión de realizar algún aporte a la conversación. Todavía no nos conocemos gran cosa. Y yo seguía completamente en blanco, sonriendo, teniendo claro que no se me iba a ocurrir nada, y sin ganas de agobiarme demasiado por ello. Vertiendo mi necesidad de rebeldía contra el imperativo social de “que hay que hablar”…, ya que es imposible rebelarme contra mi falta de verborrea, imperativo biológico. Simplemente acostumbrado a que, de donde no hay, nada vas a sacar.

Vuelvo a casa y me pongo a leer páginas interesantes de blogs, cuyos otros visitantes responden cordiales y amables, con mayor o menor gracejo o elegancia, cada uno con su estilo, pero todos han improvisado alguna respuesta elocuente. Y me sabe mal irme sin decirle al autor lo mucho que me ha gustado el post, pero necesito evitarme el ridículo de ir soltando obviedades, sin más.


Aunque no comente, casi siempre podréis contar con mi sonrisa.

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