Llegando a Liendo.
La
parte cántabra del Camino ha supuesto una aventura bastante distinta de lo que
fue la parte vasca. Las cosas malas:
El
clima no ha sido tan benevolente como hace 4 años. Nos ha impedido bañarnos en algunas
playas espectaculares.
La
mayor parte del Camino ha discurrido sobre asfalto. A veces por carreteras
secundarias sin apenas arcén. Cuando terminé la parte vasca, estaba convencido
de que algún día lo repetiría para llegar del tirón desde Irún hasta Fisterra,
en unos 40 días. El asfalto cántabro me ha hecho dudar de ello. En Euskadi el
Camino era generalmente camino, como debe ser.
Siempre va bien mezclar la apasionada práctica de deportes como el descansing con actividades culturales tipo "conocimiento del medio barístico".
En
Euskadi era más frecuente encontrar a mitad de etapa alguna fuente o algún bar.
Algunas etapas cántabras son más “desérticas” en ese sentido. Un desierto muy verde.
También hay más tramos mal señalizados que en Euskadi. Bien por la
presencia de albergues privados cuyos dueños pintan señales falsas para atraer
clientes, o porque a algunas personas no les interesa que el camino atraviese
ciertas zonas. También es cierto que en Euskadi nos sucedieron ambas cosas durante la etapa entre Markina y Gernika.
Las
cosas buenas:
Parte central de Comillas, bajando desde el albergue.
El
núcleo urbano más impresionante desde San Sebastián es Comillas. Un pedacito de
Praga en España. Un pueblo muy espectacular arquitectónicamente, y con un gran
entorno natural. Su albergue me recordó bastante al de Pasajes, que para mi
gusto fue el mejor albergue de Euskadi.
Playa de Noja, desde El Brusco.
Otra
de las mejores partes del Camino es la subida y bajada de El Brusco, colina
situada entre las enormes playas de Berria y Noja. Las vistas desde arriba son
sensacionales, y luego fue maravilloso recorrer descalzo la interminable playa
de Noja, de unos 4 o 5 km de longitud, y además muy ancha, ya que llegamos con la
marea baja.
Una de las playas brutales que vas encontrando antes de bajar a la de Somo.
Hay
varios km de senda por el borde de un acantilado que toca bastantes playas
espectaculares previas al descenso hacia la enorme playa de Somo, justo antes de cruzar en barco la ría hasta Santander. Es una zona repleta de surfistas y
escuelas de surf.
Fragmento del valle de Liendo.
El
valle de Liendo es muy bonito. Y al abandonarlo, procurad seguir el camino que
sube la montaña y se asoma a la playa de San Julián.
Los primeros días pudimos practicar bastante nuestro inglés. Había gente de diversas nacionalidades. El segundo país de donde más gente hace el Camino del Norte, tras España, es Alemania.
Albergue "La cabaña del abuelo Peuto" de Güemes (la parte pequeña del jardín).
El
albergue de Güemes es en sí mismo una de las curiosidades del Camino. Una
preciosa comuna creada por el teólogo-activista Ernesto, quien al poco de
licenciarse, hace 52 años, decidió tomarse un año sabático para recorrer mundo
con tres amigos, y ese año sabático duró 27 meses. Por las tardes cuenta su
historia y su ideología ante una audiencia compuesta por prácticamente todos
los peregrinos que se alojan allí, y es una delicia escucharle. Yo tenía mis
recelos, pues soy ateo, y temía un sermón católico. Nada más lejos. Nos habló
sobre el espíritu del camino, más allá de las creencias de cada cual, los
intereses políticos tras todas esas plantaciones de eucaliptos, las mejores
opciones para seguir por el Camino, la solidaridad, sus aventuras de juventud, el
funcionamiento del albergue…
Albergue de Comillas.
Los
albergues han sido generalmente mejores que en Euskadi (de donde tampoco tengo
queja). Cuatro de ellos me han parecido los mejores de lo que llevamos de
Camino, cada uno con su estilo: Liendo, Güemes, Boo de Piélagos (privado), y
Comillas. También me gustó bastante el de Santillana del Mar. El único albergue
regularillo ha sido el de Santander, que es un piso reformado y las duchas eran
fatales. Quizá el peor del Camino hasta ahora, aun teniendo en cuenta que el de
Gernika era un pabellón deportivo con colchones estrechos de hacer gimnasia o
esterillas en el suelo. Los demás bien o muy bien.
Bajando hacia Laredo.
El
paisaje es tan espectacular como en Euskadi. Playas enormes rodeadas de verdes
montes o acantilados, y bonitos valles y poblaciones.
En
Santillana y Comillas, los hospitaleros no cerraban el albergue, de modo que se
podía trasnochar, si previamente avisabas a otros peregrinos de que ibas a
salir y les pedías que no cerrasen la puerta.
Nada más llegar, junto a Elena, a Santillana del Mar, nos topamos con Miquel y Felipe, que acababan de llegar en coche. Lo aprovechamos para acercarnos al museo de Altamira, pero ya no quedaban entradas para ese día.
En
Comillas, el albergue cuenta con plazas para 20 peregrinos, pero el hospitalero
se pasó la tarde organizando el alojamiento, en otras casas-pensiones, de
quienes no cabían allí.
Hace
4 años, Colomer y yo recorrimos la parte vasca del Camino de Santiago.
Empezamos cogiendo un Bilmanbus nocturno desde Valencia. Llegamos a Irún hacia
las 7:30 de la madrugada, si no recuerdo mal. Buscamos una parroquia donde
conseguir las credenciales de peregrinos, y empezamos a caminar.
Aquiles cazando troyanos en la playa de Noja.
Esta
vez venían otros dos colegas que querían probar a hacer el Camino, y prefirieron
que fuésemos hasta Castro Urdiales en coche. Les costó bastante encontrar las
credenciales y luego prefirieron hacer algo de turismo, así que Colomer y yo
recorrimos dos etapas sin ellos. Luego se nos unieron para hacer otras tres
etapas. En Santander nos separamos, y tras otras dos etapas, al llegar a
Santillana, encontramos a otros dos amigos que también venían a probar. Con los
cuales llegamos a San Vicente de la Barquera (Tocaba llegar hasta Unquera,
pero la noche anterior salimos de fiesta por Comillas hasta la madrugada. Dormí
hora y media). Y luego, a poquita tarde, cogimos el coche para ver algo de los
Picos de Europa. De modo que, por tercera vez en mi vida, subí en el teleférico
de Fuente Dé, cenamos en Potes, y al día siguiente, por segunda vez en mi vida,
hice la Ruta del Cares.
Pasando en gabarra desde Laredo hasta Santoña.
Nuestras
etapas cántabras fueron:
1.
Islares
2.
Liendo
3.
Noja (albergue privado)
4.
Güemes
5.
Santander
6.
Boo de Piélagos (albergue privado)
7.
Santillana del Mar
8.
Comillas
9.
San Vicente de la Barquera
Por circunstancias, realizamos dos etapas cortas con sendas metas en Islares y San Vicente de la Barquera. Cuando lo repitamos entero, deberemos llegar directo desde Castro Urdiales a Liendo y desde Comillas a Unquera. Igual que en Euskadi deberíamos haber ido directo de Gernika a Bilbao sin parar en Lezama (aunque tiene un buen albergue), y quizá de Irún a San Sebastián, si quieres acortar días de Camino, aunque Pasajes es un lugar precioso y con buen albergue.
La playa de Berria, desde la arenosa senda ascendente de El Brusco. Por esa parte es como una enorme duna con mucha vegetación.
Lo que ahora nos queda por recorrer será un poco menos fácil. En Euskadi y Cantabria, raramente alguna etapa alcanza los 25 km. En cambio, en Asturias y Galicia, casi todas las etapas superan los 25 km, y algunas de ellas alcanzan los 30 y pico.
Y siempre acabo llorando el último día de Camino. Señal de que ha sido una pasada.
Mi post sobre la primera parte del Camino (Euskadi)
La playa de Berria, desde la arenosa senda ascendente de El Brusco. Por esa parte es como una enorme duna con mucha vegetación.
Lo que ahora nos queda por recorrer será un poco menos fácil. En Euskadi y Cantabria, raramente alguna etapa alcanza los 25 km. En cambio, en Asturias y Galicia, casi todas las etapas superan los 25 km, y algunas de ellas alcanzan los 30 y pico.
Y siempre acabo llorando el último día de Camino. Señal de que ha sido una pasada.
Mi post sobre la primera parte del Camino (Euskadi)
Kumasi walk, de Ikebe Shakedown, año 2011, y New life, en directo, de Eddie Roberts, 2006.
Hello stranger (The Bamboos, 2012)
Leyendo comentarios sobre cada uno de los albergues en la magnífica página que Eroski Consumer dedica al Camino del Norte, ves que la percepción de la gente sobre cada albergue va variando, ya que, según pasa el tiempo, pueden sufrir alguna temporal invasión de chinches u otros bichos mordedores y necesitar una fumigación. Si esta circunstancia coincide con la época en que tú llegas allí, no vas a llevarte una buena impresión del lugar. También hay cambios de hospitalero (la persona encargada del albergue), así que en un mismo lugar puedes haber encontrado a alguien muy amable y atento o a alguien que no lo sea tanto. Yo me levanté con algunas picaduras tras haber dormido en un par de albergues, pero lo raro sería que eso te suceda muchas veces o nunca.
ResponderEliminarTambién, por los comentarios que leo online, deduzco que el Camino Francés puede estar más preparado para alojar peregrinos fuera de los meses más calurosos. En el Camino del Norte, más de la mitad de los albergues que he visto no tenían máquina de secar la ropa lavada. Pero me encanta el paisaje del Norte, con sus playas. El truco está en hacerlo entre julio-agosto.