jueves, 8 de diciembre de 2016

Mi percepción del amor y otras necesidades


In my life - The Beatles (Rubber soul, 1965).

Quisiera rendir homenaje al mejor sucesor que conozco del Cosmos de Carl Sagan, el blog La pizarra de Yuri, y al magnífico post que me lo dio a conocer: El pasado era una mierda.


El mundo va claramente a mejor, a pesar de tantas malas cosas. Siempre ha existido una mayor proporción de gente en condiciones de miseria y explotación, y siempre han sido peores las condiciones higiénicas y de sanidad. Espero que se reaccione a tiempo contra el cambio climático.

Hoy en día, un peón de fábrica vive rodeado de mayores placeres que los antiguos faraones, emperadores, reyes o sultanes, con la probable excepción del ámbito sexual. No poseemos un harén, pero disponemos de dentistas y penicilina, lugares donde practicar deportes que no ponen en riesgo nuestra integridad física, y posibilidad de viajar de vez en cuando a algún lugar remoto y espectacular, sin grandes peligros. Disfrutamos de avances tecnológicos y sociales que nos permiten comer fruta recogida a miles de kilómetros, operarnos de casi cualquier enfermedad seria, bucear, escuchar músicas variadísimas, ver películas, hacernos fotos y mostrarlas a gente que se encuentra al otro lado del mundo, leer novelas emocionantes, hacer yoga, saber qué son las estrellas y qué hay en el fondo de los océanos, o ir a un gimnasio. La violencia ya no se considera normal. Exploramos sin miedo calles, montañas, playas y bosques de otros países. Y, si algo nos ocurriera, casi siempre habrá un hospital o un centro de salud cerca.

En los países “del primer mundo”, prácticamente nadie pasa hambre ni frío. Nuestras infelicidades se basan, generalmente, en dos cosas: 1.- La falta de sexo-amor, y 2.- La falta de dinero, tiempo o ambas para viajar o dedicar más horas a otras actividades de ocio. Algunos lo pasamos mal por la alternancia de meses en paro (sin dinero para salir adelante desahogadamente) y meses de excesivas horas de trabajo. En mi caso, en marzo pasado estaba algo agobiado haciendo 12 horas, 6 noches por semana, y ahora, en noviembre – diciembre estoy parado.

Hay gente que lo tiene todo, algunos por herencia y la mayoría por mérito personal, y algunos de ellos acaban insatisfechos por no saber pararse a respirar y valorar los “pequeños placeres diarios”.

A veces, descubrimos algo, por ejemplo un tipo de comida que no habíamos probado, y nos encanta, y durante un tiempo nos obsesionamos con ello. Hace 5 o 6 años, entré por primera vez en un restaurante japonés. Desde entonces, habré estado en menos de 15 ocasiones, porque los más cercanos se encuentran a una hora de donde vivo, y cada vez que he ido con amigos, nos hemos atiborrado de tal manera que apenas podíamos movernos durante las horas siguientes.



"El amor nos destrozará, otra vez más" - Joy Division (1980).

Pienso que ese tipo de desmesura se da, muy generalmente, en la perspectiva que se tiene sobre el sexo y el amor.

Alguna vez he comentado con otros tíos que, si pudiésemos elegir siempre con qué chica follar, habría alrededor de cien días al año que no follaríamos. Preferiríamos dedicar nuestras energías a otras actividades. Senderismo, jugar a fútbol o a tenis, hacer surf… Incluso en muchas ocasiones preferiríamos simplemente masturbarnos. Si lo tienes tan fácil, no te obsesionas. No estás siempre pensando en ello.

Discuto sobre esto. Hay quien piensa que follaría todos los días del año. Yo, en cambio, lo veo exactamente igual de importante en mi vida que jugar a fútbol sala, pero no más. Posiblemente incluso menos. La diferencia es que a esto he podido jugar varias veces por semana, casi cada semana, durante 28 años. Estoy infinitamente más saciado en ese aspecto. No he tenido que padecer largos periodos de abstinencia.

Quizá yo sea demasiado poco fogoso. A los 17 años anoté cada vez que eyaculaba, para sacar la suma de todo un año. Hay días que te corres tres o cuatro veces, pero aun así, el número resultante fue (no lo recuerdo bien) 278 o 248. Me sorprendió por lo bajo. Por otro lado, creo que el tiempo máximo que he pasado sin correrme han sido 12 días, en época de depresión anímica, y unos 10 días durante algún viaje.



She's only sleeping - Vinnie Moore  (Live!, 2000).

Enamorarme, con casi 25 años, fue una experiencia muy dolorosa, y llena de contradicciones. En el fondo, notaba que era un capricho exagerado. Estuve lloroso durante un par de años, y me duró esa tristeza unos cuatro años, pero entre toda esa angustia también percibía la falta de sentido de todo ese estado mental. Racionalmente, sabía que esa chica no era tan especial, que había muchas otras capaces de atraerme mucho más, que simplemente me había acercado demasiado, que el amor se genera por cercanía en épocas de debilidad, que había cometido el error de fijarme demasiado en el conjunto de rasgos y cualidades positivas de esa amiga, que pasarían años antes de que pudiese apagar esa llama, aun descubriendo también, gradualmente, aspectos de ella que no me gustaban.

Es como frenar una nave espacial que trate de llegar en 50 años a Alfa Centauro, una vez alcanzada su máxima velocidad, que ha de ser brutal. Puede tenerse que dedicar la mitad del trayecto al proceso de desaceleración gradual, porque no hay fuerza de rozamiento en el espacio que te frene. ¿Cómo desaceleras una nave que va a 25.000 km. por segundo? El amor va igual. Puede que, a mitad del camino, adviertas que tomaste una dirección errónea, pero ya hay un montón de sentimientos que van a mil, y lleva un tiempo larguísimo ir frenando. Aun sabiendo que no existe la media naranja, o que hay cien millones de medias naranjas ahí fuera, distintas entre sí, con diversos estilos, pero todas igualmente idóneas para ti.


Sobradamente alcanzamos a saciar todas nuestras necesidades más básicas y gran parte de nuestros caprichos. El sexo y el amor nos resultan imposibles de controlar, en una época en que todo lo demás está bajo nuestro dominio. Por eso exageramos su importancia. ¿Son necesidades básicas? Sí. ¿Tanto como el comer, la higiene o el refugio? No. Son necesidades básicas de segundo orden. Como poder practicar tus otros deportes preferidos.



Writing to reach you - Travis (The invisible band, 2001).



Sarah - Thin Lizzy (Black rose. A rock legend, 1979). La guitarra de Gary Moore combinada con la voz de Phil Lynott dejó unas cuantas joyas, como Parisienne walkways, Black rose, Waiting for an alibi, Spanish guitar y Sarah.

jueves, 1 de diciembre de 2016

Croacia - Bosnia (del 13 al 24 de agosto, 2016) - Parte 2


Morcheeba - The sea (Big calm, 1998), qué gran disco. 


Stari Grad.

VIERNES 19

Decidimos ir directo a Split desde Hvar, embarcando en Stari Grad. Me parece que el ferry salía a las 11:00. Creo que llegamos al puerto hacia las 10 y media, y nos enteramos de que la cola para embarcar ese día era “algo nunca visto”. Pero también nos advirtieron que sería peor ir a la otra parte de la isla, Sucuraj, porque la situación allí era igual o peor. Así que cambié moneda en el casino para comprar el ticket del ferry y esperamos parados en la carretera, a ver si cabíamos en el de las 14:00. No pudo ser, pero ya pudimos dejar el coche haciendo cola dentro del recinto del puerto e irnos a comer al pueblo, del cual nos separaba un bonito paseo de 1 km junto al mar, donde me hubiera gustado incluso disponer de más tiempo para darme un chapuzón. Nuestro ferry sería el de las 17:00.

El camino entre Stari Grad y el puerto.

Creo que el trayecto del ferry fueron unas 2 horas y media, aunque ya no lo recuerdo exactamente. Saliendo de Hvar, durante un rato tuvimos la isla a ambos lados, y el paisaje era espectacular.

Por internet, encontramos sitio en el Hostel Adria, en Bajnice. Estaba a 12 km al sureste de Split, pero tenía muy buena pinta, encarado al mar.

Split. Dentro del palacio de Diocleciano.

Al desembarcar en Split, fuimos directos al albergue, luego a comprar algo en el supermercado para cenar, y finalmente a ver, de noche, la zona del palacio de Diocleciano, emperador romano de origen dálmata, que lo hizo construir para retirarse allí tras abdicar, a partir del año 305.

Había fiesta cerca, un escenario en una plaza fuera del palacio y, al terminar, hacia las 2 de la madrugada, nos encaminamos hacia los pubs de la playa, donde estuvimos hasta casi las 4.


SÁBADO 20

Hostel Adria.

Por la mañana quise ir hasta la playa de Brela, que nos quedaba unos 20 km al sur, pero no conseguimos llegar debido a un atasco, así que regresamos para comer y bañarnos en el albergue, y fue magnífico (a las fotos me remito). Web del hostel



El albergue está dividido en dos casas, una a cada lado de la carretera. Dormíamos en la que daba a la falda de la montaña, pero la zona social, donde cocinar y comer, estaba en la otra. La terraza daba al embarcadero. Un lugar espectacular. Estuvimos charlando con gente de Canadá, Dinamarca, Australia, Holanda e Inglaterra, y hacia las tres de la tarde decidimos irnos a Split.



Pasamos la tarde viendo el palacio de Diocleciano. Hay un mercado subterráneo en el sótano, catacumbas o como se llame ese espacio, muy bonito.


En día y medio no supimos encontrar tiempo para visitar la galería del escultor Iván Mestrovic, que valdría la pena, seguro. También llegamos demasiado tarde para entrar a la catedral y subir a la torre del campanario. Tenía la sensación de que se me iban quedando cosas importantes por hacer, aunque no parábamos, y no iba a dar tiempo a recorrer, ni mucho menos, toda la costa del país.



Tras cenar y dar algunas vueltas más por el enorme palacio, salimos a la plaza cercana donde volvía a haber fiesta. La noche anterior sonaba música electrónica y ahora ritmos latinos. Salsa y cosas así. Coincidimos por allí con la gente que habíamos conocido en el albergue, un grupo de unos 15, compramos bebidas, y pasamos las siguientes horas allí hasta que terminó la fiesta, hacia las 2. Entonces cogimos el autobús para regresar al albergue, aunque nadie recordaba el nombre de Bajnice, para decirle al conductor a dónde íbamos. Al llegar, me quedé media hora charlando a la entrada del albergue con uno de los canadienses, mientras algunos iban a darse un baño al mar, que a esas horas debía estar bastante fresco. Pero siempre es bonito nadar algo borracho de noche.



 Sayag jazz Machine - Ali goes on! (Anachromic, 2004)


DOMINGO 21

Trogir.

Me supo a poco tiempo el disponible en Split. Hubiera venido bien permanecer allí un día más, pero aún quedaba mucho por recorrer. Tocaba cambiar de lugar. Comimos en Trogir, otro hermoso pueblo de mármol blanco.

Trogir.

Luego paramos a bañarnos en la playa del camping de Primosten, demasiado familiar para mi gusto. Realizamos una visita rápida a Sibenik, donde quizá estuvimos menos de una hora, llegando a subir hasta el jardincillo botánico. Y hacia las diez de la noche llegábamos a Zadar, donde acabaríamos pasando las tres últimas noches. Buscamos albergue y luego visitamos la ciudadela. Había mucha música por las calles. Me pareció la ciudad con mejor ambientillo del viaje, aunque las más bonitas fueron Mostar y Dubrovnik.

Sibenik.

Delorean - Deli (Ayrton Senna, 2009). Aunque no lo parezca en absoluto, es un grupo español. 

Entrando en el parque natural de Plitvice.


LUNES 22

De buena mañana salimos hacia Plitvice, donde pasamos el día. Nuestro fallo fue no haber cargado apenas comida. El parque natural es enoooorme. Muchos lagos e infinidad de saltos de agua, y las rutas marcadas en los mapas no quedan muy descifrables. Hacia la mitad del recorrido hay puestos de comida, pero lo pensamos cuando llevábamos media hora haciendo cola para el barco que te lleva a la otra parte del lago. Creo que la excursión nos llevó unas siete horas, arribando ya de noche y muertos de hambre a un excelente restaurante situado a la entrada del inmenso aparcamiento.


Me ha costado seleccionar únicamente 14 fotos de Plitvice. El agua tiene un color espesiá, toda la gama de azules va presentándose, a lo largo del día, con los cambios de luminosidad y profundidad, y toda esa masa boscosa, troncos cargados de musgo entre un suelo de hojas coloradas, prácticamente me sacó la espina de no haber podido visitar todavía, algún otoño, Gorbeia o la selva de Irati. Caminas muchísimo sobre pasarelas de madera entre pequeños lagos, rondando cataratas.

Mi yo preferido, el del modo viaje.

Fue el único día que salió nublado.



A diferencia de Kravice y Krka, en Plitvice no es posible bañarse, pero es mucho más espectacular que aquéllos otros lugares. Es lo más imprescindible de Croacia. El mayor conjunto de lagos y cascadas de Europa.











Por la noche, algo cansados, dimos una vuelta por Zadar, porque estaba empeñado en ver/escuchar el “órgano del mar”. Una serie de orificios en la piedra del muelle por donde se infiltra y suena el aire impulsado por las olas. Resulta curioso y algo repetitivo. A pocos metros, un gran círculo en el suelo emite luces de colores cambiantes que van formando distintos dibujos de un modo aparentemente aleatorio. Me hubiera gustado ver allí una puesta de sol, pero no pudo ser.





K's Choice - Not an addict (Paradise in me, 1995), una canción que yo tenía injustamente olvidada, y Miquel llevaba en su playlist para el coche.

MARTES 23

Zadar desde el campanario. Eso de delante es la iglesia prerrománica.

Por la mañana estuvimos visitando la ciudadela de Zadar. Subí a la torre del campanario, desde donde me encantaron las vistas, y entré en la iglesia prerrománica del siglo IX. Grandilla, algo vacía, pero siempre reviste cierta emoción entrar en un edificio tan antiguo. Le tengo unas ganas inmensas a Santa Sofía, de Estambul.

Zadar.

Luego fuimos a ver las playas de Nin, donde había mucha gente practicando kitesurf, y decidimos ir a la isla de Pag, unida al continente por un puente corto.


Pag.

En una de las discotecas de Zrce Beach.

Miquel había oído algo de un festival de música electrónica en la playa. Comimos en la isla y buscamos la Zrce Beach. Era el Sonus Festival. Dijo Miquel que esto sí que era “rollo Ibiza”. Había un montón de discotecas junto al mar, y un parking grande tras ellas. En algunas, no se pagaba entrada, así que no hice más gasto que el de unas alitas de pollo rebozadas para cenar en un puesto de comida rápida. No era exactamente mi ambiente, y ese día conducía yo, pero logré aguantar bien nueve horas. Hacia las cuatro de la madrugada regresamos a Zadar, y tuve algún momento de verme en la necesidad de detener el coche porque se me cerraban los ojos. En la emisora local sonó Stairway to heaven, que siempre es especial, pero más cuando conduces de noche por otro país.





MIÉRCOLES 24

El lugar era precioso, pero realmente necesitaba un hospital a pocos metros. No creo que haya menos de 50 turistas accidentados cada verano.

A las siete y media de la tarde debíamos estar en el aeropuerto, así que a la una fuimos a una playa cercana a la ciudadela. Más que playa, era como un muelle con un parque detrás. Hicimos algo de yoga y fui a bañarme. La piedra mojada estaba peligrosamente resbaladiza. Caí al suelo, con suerte de no hacerme daño. Luego, Miquel no tuvo esa suerte. Oí que me llamaba y vi a un hombre sosteniéndole la cabeza ensangrentada. Llegamos hasta el puesto del socorrista, y nos informaron de que lo mejor era ir caminando al hospital, que se encontraba a 100 metros. Cogí las cosas y nos encaminamos hacia allá. Le recibieron en urgencias y ya no supe nada en las siguientes 3 horas. Temía que perdiésemos el avión o que tuviese algo grave. A las cinco apareció con grapas en la cabeza y fuimos a comer a un bar cercano, cara al mar. En la sala de espera quedó, entre otros, una anciana que ya estaba allí cuando llegamos. Da lástima que alguien tenga que pasar tantas horas en una sala de espera, especialmente gente mayor y niños. Me daba algo de vergüenza al pensar que, quizá, los turistas tuviésemos preferencia. Esta gente pasó una guerra hace nada. Han sufrido algo inimaginable para nosotros. Aunque nadie me miró mal ni nada, me sentía un poco el pijo del lugar. Raramente un trabajador croata con un sueldo medio podrá viajar a otro país, actualmente. Creo que son 350 o 400 euros mensuales.

En el avión, volví a tener problemas con los oídos. Un dolor, como si los tímpanos quisieran estallar, que ya me había sucedido 11 años atrás, llegando a Budapest. Entre ambos momentos, he estado en otros 8 aviones sin problema.

Pasadas las doce de la noche conseguimos encontrar la salida del aeropuerto de Barcelona.

No estábamos para conducir hasta casa, y Miquel no podía dormir en cualquier lugar con la cabeza herida. Era muy tarde para encontrar una pensión, o un albergue u hotel. Buscamos en Tarragona y Salou durante un par de horas, y al final pudimos quedarnos en un auténtico cuchitril por 50 euros. No había otra.


The War On Drugs - Under the pressure (Lost in the dream, 2014). 


El JUEVES 25, por la tarde, llegamos a casa.


Antes de un viaje, necesito ver cientos de fotos, leer decenas de páginas de blogs y quizá repasar alguna guía impresa, para decidir cuáles son los lugares imprescindibles, los medianamente importantes, y los prescindibles, contrastando un montón de opiniones. Me encanta planificar los viajes. Miquel funciona al revés. Prefiere decidir el próximo destino en base a las recomendaciones de la gente in situ. Tiende a hablar con todo el mundo, y su norma es ir al lugar que te hayan recomendado “al menos dos personas distintas”. Dice que lo más importante de un viaje no son los lugares, sino la gente y la comida. Ahí diferimos bastante. Pero no llegamos a discutir.

Lo malo de planificar mucho, es que hay demasiadas cosas que ver, y siempre te quedará la comezón de no haber llegado a ir a tal o cual sitio. Nunca un viaje te queda completo y perfecto, aunque, objetivamente, has visto más que si no lo hubieras planificado. ¿Hasta qué punto es mejor no esquematizar, y tomártelo con más calma? El de Croacia y Bosnia es mi viaje más completo. Hubo fiestas, 4 islas, parques naturales con cataratas y lagos, ciudades bonitas, mucha playa… y, sin embargo, sigo recordando como mi mejor viaje el primer tramo del Camino de Santiago, porque es donde mejor lo he pasado.

Aunque a veces no comíamos en bares, sino de lo que comprábamos en supermercados, y no gasté más de 8 euros en souvenires, entre pitos y flautas, aviones, alquiler de coche y bici, ferrys, entrada a murallas, parques naturales, templos, alojamientos, comidas, gasolina, peajes, etc… gasté alrededor de 1.600 euros, mi viaje más caro hasta ahora. Cuesta explicártelo a ti mismo, contando con que son países menos caros que España, pero el caso es que son 12-13 días haciendo mil cosas en plena temporada alta. Y el alojamiento era generalmente más caro de lo que esperaba.

Se nos quedaron lugares por ver. Pensaba haber ido a Pula y Zagreb. Molaría haber visto otras islas como Korkula, Brac (playa de Zlani Rat), Vis, Bisevo (gruta azul), Solta… hacer kayak en Krka, y visitar poblaciones como Makarska, Rovijn, Samobor, Varazdin, Rijeka… Pero bueno, algún día he de ver Eslovenia, que es más peque, y podré acercarme, al menos, al norte de Croacia.