Stan Getz, Charlie Byrd - Samba dees days (1962)
Un temazo, muy alegre para mi percepción, que me recuerda a Woody Allen, aunque no estoy seguro de haberla escuchado en alguna de sus películas.
Bueno,
pues el curso ha terminado, hace un mes, y me he sentido fenomenal. No me he
perdido ni una clase.
En
septiembre me presenté a la prueba de nivel de inglés, para entrar en la
Escuela Oficial de Idiomas. Esperaba entrar en cuarto y sacarme el B1. Tenía
una idea exagerada del nivel que requerían estas certificaciones. Me sorprendió
agradablemente que me destinasen a quinto, con la gente que se acababa de sacar
ya el B1. Pero también temí que iba a ser uno de los últimos de la clase.
El
primer día lectivo, al escuchar cómo leían y hablaban algunos de mis
compañeros, me sentí mucho más seguro y motivado. Pensé que, si me lo curraba,
podía incluso sacar las notas más altas de la clase. Algo que se ha cumplido. No
he bajado de 9 en ninguno de los 11 exámenes. Le habré dedicado unas 15 horas
semanales.
Ahora
queda un año para la prueba definitiva de cara a conseguir el B2. Gente de la
clase decía ansiar la terminación del curso para olvidarse y descansar hasta el
comienzo del próximo. Yo, por mi parte, no pienso aparcarlo ni un día. Quiero sacar el C1 en
dos años. Y es de esperar que el nivel de exigencia aumente de un curso al siguiente. Si ya durante el curso se ha notado un buen incremento de la dificultad, sobretodo entre el examen de noviembre y el de febrero.
La
anécdota me sucedió en otro ámbito, hace tres semanas. En su día dejé el instituto
a mitad de segundo de BUP, y ahora iba a presentarme por libre al examen para obtener
el título de la ESO. Pero me salió trabajo en la empresita familiar de mis tíos
para dos noches: la anterior y la posterior al día del examen. Así que en todo
ese tiempo casi no iba a dormir. El examen constaba de tres partes. La primera
empezaba a las 9.30 de la mañana. La última terminaba a las 19.30, mientras que
el trabajo nocturno era de 19.00 a 6.
Avisé
a mi tía de que la segunda noche podía tardar un poco en llegar. Terminada la
primera noche, me acosté y puse el despertador para dos horas más tarde. Al
abrir los ojos, mi primera sensación fue de sorpresa por haber despertado antes
de que sonara la alarma, con lo rendido que estaba. Tanteé la mesita para
comprobar la hora, y no encontré el despertador. Seguí buscándolo a tientas, y di
con él al palpar junto a mis partes nobles. Eran las doce del mediodía. Ya
estaban empezando la segunda parte del examen. Debía haber acallado el
despertador de un manotazo, de modo inconsciente. Al tomar conciencia de lo
sucedido, me cagué en la hostia, pero al momento comprendí que era mejor así. Evidentemente, no estaba para conducir.
Así
que me volveré a apuntar para octubre. Y esta vez lo he de preparar bien.
También
he decidido presentarme, dentro de un año, a la prueba de acceso para la UNED
(la universidad a distancia). He de elegir entre Historia del arte o
Psicología, que son las dos carreras que me ilusiona estudiar. Me tira más
Historia del arte, pero seguramente intente hacer Psicología, que tendrá mucha
más salida al mundo laboral. Por lo que oigo, Historia del arte tiene tanto futuro como tocar la gaita en bodas, bautizos y comuniones. He comprado los libros introductorios de cada una,
para decidir con cierta perspectiva. En febrero debo tener claro a cuál me
presento, para apuntarme. También deberé mirarme bien un libro sobre comentarios
de texto, que es otra parte del examen, y, en caso de elegir Psicología, habré
de mirarme para el examen otro libro sobre Matemáticas aplicadas a las ciencias
sociales. La parte de inglés la doy por superada.
Así
que estos son mis proyectos de aquí a julio de 2016. Tres exámenes muy
importantes, uno en octubre y dos en junio, que ojalá no coincidan.